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Ser ejemplo de bien: la meta de Danny Trejo

Danny Trejo admitió que hay mucho en su pasado por lo que se arrepiente, y que por ello busca ser mejor persona cada día y servir de ejemplo. Foto: archivo
La vida de Danny Trejo es algo que ni Hollywood podría haber imaginado: de drogadicto y criminal juvenil a figura del cine y activista, el actor latino presenta estas facetas de su vida en su documental biográfico Inmate #1.
viernes, 3 de julio de 2020
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EFE

Los Ángeles, Estados Unidos (03 julio 2020).- La vida de Danny Trejo es algo que ni Hollywood podría haber imaginado: de drogadicto y criminal juvenil a figura del cine y activista, el actor latino presenta estas facetas de su vida en su documental biográfico Inmate #1 y aseguró en entrevista que sigue intentando remediar los errores de su pasado.

"Es una de las razones por las que sigo trabajando para corregirlo: sí, tengo muchos remordimientos, cosas que no puedo revertir", admitió.

"Todo lo que puedo hacer es asegurarme de que la gente a la que hice daño, y sus hijos, estén bien, y asegurarme de que soy un buen ejemplo de lo que es hacer el bien".

Con uno de los rostros más fieros del cine, pero que esconde a un tipo tremendamente entrañable, Trejo, nacido en Los Ángeles en 1944, estrena el martes en pago por evento Inmate #1: The Rise of Danny Trejo.

Se trata de un documental que explora cómo un latino que pasó por la cárcel siendo un joven acabó conquistando Hollywood con filmes como Del Crepúsculo al Amanecer (1996), Mini Espías (2001) y, sobre todo, Machete (2010).

"Creo que el documental dará esperanza a los jóvenes. He trabajado mucho (como consejero y activista) en centros de detención juvenil, institutos y cárceles.

"Y creo que ésto será una buena herramienta con la que trabajar para dejarles ver cómo fue mi vida y luego hacer preguntas y respuestas.

Puedes reescribir tu vida: todo lo que necesitas hacer es empezar a ayudar a la gente", comentó.

El Trejo generoso y volcado en su comunidad se parece muy poco al adolescente salvaje que dividía su tiempo en Pacoima, Estados Unidos, entre robos y drogas: probó la marihuana a los ocho años y la heroína a los doce.

"Mi tío Gilbert era mi héroe", dijo sobre quien le introdujo en el lado más oscuro de su vida.

"Siempre tenía un fajo de billetes con una goma. Y todos los demás (de ese entorno) eran trabajadores: estaban todo sudorosos. Así que lo otro me atrajo.

Pero no me di cuenta de que eso solo dura unos seis o siete meses. Luego vas a la cárcel y no tienes nada. Y ahí es donde terminé".

Varios años entre rejas en prisiones como San Quentin y Folsom le pusieron al límite.

"Me vi involucrado en una pelea muy fea en la cárcel en la que algunas personas salieron heridas de gravedad. Y nos mandaron al agujero (aislamiento).

Recuerdo que le pedía a Dios: 'Solo déjame morir con dignidad y diré tu nombre cada día'", recordó.

"Cuando salí, me di cuenta de que había hecho una promesa, y empecé a ayudar a la gente".

Era 1969 cuando abandonó la cárcel y nadie habría profetizado que ese chicano tatuado y campeón de boxeo en prisión se iba a convertir en una estrella del cine.

"Cuando estás en la cárcel y sabes que se va a montar un lío en el que muchos saldrán heridos, por dentro estás cagado de miedo, pero por fuera tienes que parecer un asesino.

Eso es actuar", señaló.

"Recuerdo a un director que me dijo: 'Danny, quiero que tires abajo la puerta, quiero que atraques esa timba de poker y que parezca real'. Yo ya había robado en timbas así que eché abajo la puerta, le pegué a un tipo y apunté con una pistola: 'Te mataré'.

El director me dijo: 'Dios mío, Danny. ¿Dónde estudiaste?'. Y yo dije: 'Robando en Safeway, Vons (entre otros)'".

El aspecto de tipo duro que ha visto de todo le dio sus primeros papeles como extra en los que muchas veces no tenía nombre ya que se apuntaba a todo lo que le saliera; de hecho, tiene 384 créditos con su nombre en IMDB, pero a finales de los años 80 comenzó a hacerse un hueco hasta que en 1995 llegó su momento con el asesino silencioso de Pistolero.

Ahí comenzó su idilio con el cineasta latino Roberto Rodriguez, que le convertiría definitivamente en un icono pop en las irresistibles películas Machete (2010) y Machete Kills (2013).

Aunque el mundo de la actuación no es su verdadera pasión, sino la labor social que realiza con jóvenes en charlas y programas, y a pesar de que su restaurante mexicano Trejo's Tacos también le da mucha alegría, ser un espejo en el que se puedan mirar los adolescentes le enorgullece profundamente.

"Me encanta mi vida, me encanta lo que hago. El éxito para mí es irme a la cama por la noche sintiéndome bien", destacó.

"Creo que los únicos que no quieren ser un ejemplo son los que hacen algo mal. Me gusta ser un ejemplo, pero también soy humano, tienes que recordar eso.

Así que haz lo mejor que puedas".

 

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