En la opinión
Pbro Miqueas Cantú Garza
La frase introductoria evoca la época de los patriarcas. Observamos a Isaác y Rebeca, la pareja que engendró gemelos: Esaú y Jacob; donde los primeros años es alegría.
Todo es evidencia expresiva, afirmativa y sin problema.
Pero en la vida familiar, con los hijos se manifiesta el elemento en que los padres no participan .... " y crecieron los niños" Ahí; los padres conceden tres libertados: La libertad de ser, la libertad de posesión (tener) y la libertad operativa (hacer).
La época de regreso a clases es un ejemplo de crecimiento; donde el ser, tener y hacer se refleja no solo como una necesidad, sino como gratitud al ver que los hijos poseen vocación e iniciativa de seguir creciendo; así como Jesús "el niño crecía y se fortalecía y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios era sobre Él.
Lucas 2:40.
Existe otro registro bíblico acerca de Juan el Bautista con la esta declaración: "El niño crecía y se fortalecía en espíritu".
La aceptación afectiva es una vitamina vital e indispensable utilizada por los padres; así como lo es la ternura, comprensión, confianza y respecto.
Es preciso no subestimar en lo absoluto a los hijos; aunque existen padres que nunca aceptan que ellos crecieron, los siguen tratando como bebés. Sin embargo el impulso que los padres brinden a sus hijos indiscutiblemente es determinante en su vida.
Oscar Wilde; novelista y poeta de Irlanda expresó: "Los niños y niñas son siempre el símbolo del eterno matrimonio entre el amor y el deseo".
El niño crece cuando se desprende y piensa; ama en forma natural,pensando siempre en grande en proyectos formativos. Ahí comienza a inquirir.
El elemento de investigación se hace patente y se identifica los problemas; también se sintetiza la información y se promueve el autoestima.
La historia de hoy refleja a un Esaú deseoso de obtener un plato de lentejas; a un Jacob determinado a obtener la bendición de Dios que su padre podía trasmitirle.
Recuerde: " La infancia es el sueño de razón".