Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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DIGAMOS QUE NO TIENE COMIENZO EL MAR

domingo, 21 de septiembre de 2014
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Este es un libro escrito por Ramón Ortiz Aguirre, ganador del premio Arena 2012 que otorga la Unión de Asociaciones del Personal Académico de la Universidad Autónoma de San Luís Potosí, publicado bajo los auspicios de la máxima casa de estudios del vecino estado potosino.

Mismo que llegó a mis manos por conducto de uno de los dirigentes de la mencionada organización, a quien desde luego, le agradezco su gentileza.
El contenido del libro lo ubica en el género de las memorias y lo anecdótico, contiene 78 relatos de un número igual de sucesos ocurridos a lo largo de los 82 años de vida del autor, quien por cierto, es ingeniero de profesión y dueño, además, de una singular facultad para narrar de manera simple y muy agradable lo que pudiera considerarse a simple vista como trivial o que a todos nos ocurrió, o nos pudo haber ocurrido de niños, jóvenes e inclusive de adultos.
Créame, amigo lector, que no es fácil hacer literatura de lo trivial, es más fácil para el autor, hacerla abordando temas en los que las pasiones, ambiciones y codicias son el centro del argumento.

De ahí entonces, el valor de lo que ahora pretendo compartirle. Transcurre el primero de sus relatos, durante los años sesenta, en los que el beisbol, más conocido como el rey de los deportes, era trasmitido por la radio en cadena nacional, desde el parque del Seguro Social en la ciudad de México, o bien, desde el estadio de los Yankees de Nueva York.
En esos años, agrega el ingeniero Ortiz, los narradores deportivos eran verdaderas estrellas de la palabra y el buen decir, su imaginación y capacidad descriptiva de las reglas, estadísticas y pormenores del juego de pelota hacían que todos, más aún los niños, echaran a volar la imaginación y sintieran el deseo de alcanzar la gloria de las hazañas descritas por el mexicanísimo Mago Septién y el cubano Bob Canel, quienes acompañados por el tamaulipeco Francisco Javier Camargo, entrelazaban con gran maestría los anuncios comerciales de la fabulosas hojas de rasurar Gillette, con los muchos acontecimientos del juego de pelota.
Los títulos de los pasajes narrados, son también, algo que invita, incluso antes de leer el texto, al buen humor y el comentario simpático de quienes, como sus amigos y compañeros de academia, suelen comentar entre sí, o con quienes animan a leer el libro, como sucedió conmigo en mi reciente paso por la ciudad potosina.
Fíjese usted, amigo lector, a propósito de los enunciados de cada suceso.

“Si quieres un hijo pillo, mételo de monaguillo.” “Pocos pelos, pero bien peinados”, y otros muchos más, por demás curiosos.

Uno de ellos se refiere al título del libro y, explica el narrador, que lo tomó de un escrito de José Emilio Pacheco, y sirve a su vez, al propósito de contar las impresiones que recibió y fijó para siempre en su mente, al conocer el mar en Tampico, en la costa tamaulipeca.

Describe, con evidente generosidad y simpatía, el ingeniero Ortiz, la plaza principal, el edificio de la aduana, la playa de Miramar y el mar, del que dice no tiene comienzo, pues empieza donde lo hallas por primera vez, y te sale al encuentro por todas partes, una y otra vez.

Así fueron aquellos viejos y buenos tiempos. Termina así la cadena de sucedidos del narrador.

GRACIAS POR SU TIEMPO.

¿Sabía usted?

Mr.

Kuinkelly

Cabe recordar, que México es un país que constantemente y a lo largo de su historia, ha sido escenario de eventos sísmicos.

El más fuerte y memorable es el sismo que hace 29 años afectó a la Ciudad de México, precisamente en la zona centro, sur y occidente del Distrito Federal, el que se percibió, según consta en los registros, a las 7:19 am (hora local), tuvo una magnitud de 8.1 grados en la escala de Richter y una duración de 2 minutos.
El gobierno reportó el fallecimiento de entre 6,000 y 7,000 personas.

Sin embargo, años después con la apertura de información de varias fuentes gubernamentales, el registro aproximado se calculó en 10,000 muertos.

En tanto que los daños materiales también fueron cuantiosos.
Sin duda, esta catástrofe, ha servido para hacer consciencia de que no estamos exentos de cualquier fenómeno de la naturaleza, recordemos que hace meses se detectaron movimientos muy cerca de esta capital, por lo que el tema de la protección civil se nos debe interesar a todos, porque recordemos que ninguna prevención está de más.

¡Si no lo sabía usted, créalo porque es cierto!

 

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