Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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El ayer visto desde el mañana

domingo, 1 de febrero de 2015
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Se dice y seguramente con razón, que todo en la vida es interino, y particularmente en la política, en tanto más avanzada y consolidados sean los sistemas democráticos, más interino es el paso por ellos.

Solamente los ciudadanos permanecen para tomar nota y consignar lo que los gobernantes hicieron, dejaron de hacer, hicieron bien o mal a juicio y cuenta de la civilidad.
Conviene entonces, señala Romero Apis en uno de sus recientes ensayos sobre la transitoriedad y eventualidad del poder, que ahora deseo traer a cuenta, amigo lector.

No ver el ayer desde el presente, sino imaginar cómo nos verán desde el mañana. Los inquisidores y feudales, por ejemplo, nunca prejuiciaron cómo los verían las sociedades del futuro, las que confinaron sus prácticas y creencias al olvido penoso y triste.

No tuvieron en ese entonces a la mano un espejo en cuál mirarse y suponerse en el futuro.
Sin embargo, hay valores y bienes que perduran, que resisten y se perfeccionan en el tiempo, como el derecho romano, paradigma que por milenios se ha practicado y se sigue practicando como norma y fundamento de orden, convivencia y bienestar social, los números arábigos y el alfabeto latino han subsistido también otro tanto de tiempo.
El Estado moderno rebasa los dos siglos y sigue perfeccionándose y adaptándose a los nuevos tiempos.

Hoy, en estos años de constante revisionismo, la duda irrumpe y toma escenario, es protagonista de todo. Se duda si la noción actual y pasada de Estado es la conveniente, si la cultura y la ciencia deben transitar de lo natural a lo transgenético.
Hasta dónde, entonces, el revisionismo es una responsabilidad generacional que conduce a preservar o confinar algo, y qué.

El solo pensar que el cambio viene nos llena de emoción. La evidencia de que el cambio está aquí, nos cansa y molesta, nos hace desdeñarlo por ordinario.

Bueno es entonces, reconocer en quienes conducen hoy, y serán responsables mañana de los cambios en proceso y los que estén por venir en México, el sentido juicioso y la tarea sería mostrada hasta hoy.
Sería triste, cuando se vea el ayer desde el futuro y no desde el presente, que se confundió lo moderno con lo novedoso, o el porvenir con el destino ─termina diciendo el ensayista Romero en la publicación de la que hoy le doy cuenta, a usted, amigo lector.
Queda luego como sentencia para todo y todos, la consigna de no abordar para el mañana los vehículos del ayer.

No luchar guerras del futuro con armas que pertenecen al pasado, por más glorioso y meritorio que haya sido éste.

GRACIAS POR SU TIEMPO.


¿Sabía Usted?
Mr. Kuinkelly

Casi todos conocemos la señal internacional de auxilio S.O.S., pues su origen data de principios del siglo XX, cuando aún se usaba el Código Morse.

El envío de esta sencilla señal consiste en la sucesión de tres pulsos cortos, tres largos y tres cortos (... ─ ─ ─...).

Antes existían las siglas en inglés: C.Q.D., “Come Quickly, Distress” (Vengan Rápido, Problemas).
SOS fue aprobada en Berlín en 1906, durante una conferencia internacional en la que se acordó sustituir CQD.

Su significado no es preciso, puesto que se le adjudican varios, a fin de memorizar la señal, entre ellos, en inglés: Save Our Souls: salven nuestras almas, Save Our Ship: salven nuestro barco, Save or Succumb: sálvennos o morimos.

En español: Sálvenos o Socórranos, Socorro, Oh Socorro, Sobrevivir o Subsistir, entre otros.
La señal se popularizó con el hundimiento del Titanic (14 de abril de 1912).

Hoy, estas siglas son conocidas mundialmente y se utilizan en situaciones de emergencia para pedir ayuda.
¡Si no lo sabía usted, créalo porque es cierto!

 

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