Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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Origen del déficit público

domingo, 20 de marzo de 2016
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En fechas recientes platicamos en este mismo espacio, amigo lector, acerca de un interesante ensayo escrito por el subgobernador del Banco de México, Manuel Sánchez González, bajo el titulado de “Memoria de la economía mexicana”.

Claro y bien fundado testimonio de la accidentada evolución política y social de México al curso de 200 años de desarrollo.
Sin duda ambos trabajos, tanto el que se refiere al ensayista, como el del economista Enrique Cárdenas Sánchez, autor del libro, materia del ensayo en comento, son valiosos y muy formativos e informativos.

Sin embargo viene al caso, leyendo y releyendo diversos trabajaos sobre el mismo tema, hacernos la siguiente reflexión: ¿Por qué del histórico déficit fiscal mexicano? Se dice y seguramente con razón, que debido al bajo nivel impositivo, es decir, a que se pagan pocos impuestos en este país, por una parte.

Por otra, a que se gasta mucho y mal.
La tercera y cuarta apreciaciones, son las que refieren que la base tributaria es la misma y no se incorpora a nuevos causantes, y la última -para no abusar del espacio-, es que el sistema fiscal mexicano es inequitativo y tiene una gran diversidad de agujeros, baches, hoyos y socavones, no en pocos casos.
Todas estas valoraciones, por supuesto que como argumentos son válidas, pero no pasan de ser racionales críticas de orden técnico operativo, y no razones de naturaleza constitutiva del Estado mexicano, es decir, razones de origen y génesis que por supuesto, el gobierno o los gobiernos, para referirme al conjunto de órdenes y poderes del Estado mexicano, no pueden resolver en un sexenio ni en dos ni en más, y para ser objetivo, ni en 200 años de vida económica y política que pesadamente sobrelleva este país.
Y que por supuesto se refieren concretamente a la carga presupuestal que conlleva las ilimitadas obligaciones de un régimen jurídico constitucional denominado Estado social, de derecho, democrático y republicano, del que emanan una serie inacabable de obligaciones que para su implementación requieren de más y más dinero público, por un lado y por otro, de más y más protecciones y tutelajes judiciales y legislativos.
Ahora que se habla mucho -y qué bueno- de reformas estructurales y de la posibilidad de un nuevo constitucionalismo mexicano, bueno también sería revisar a fondo las formas y tiempos de pasar de un Estado social y de derecho, a un Estado liberal y de derecho, a fin de posibilitar en menor tiempo y con mayor claridad económica y política, la integración mexicana al resto de la modernidad global.
De ninguna manera tal proceso implicaría desatender las carencias de marginados y pobres, que deja a su paso cualquier modelo económico, del pasado, del presente y del futuro, eso está demostrado hasta la saciedad, ni el comunismo y socialismo, el capitalismo o las monarquías imperiales o democráticas han dejado solución práctica a esto; las diferencias objetivas, la historia del siglo pasado las consigna eficientemente.
Los dos primeros sistemas han hecho pobres a todos -sencilla forma de acabar con la desigualdad-, el tercero ha dejado una menor o mayor, según sea el caso, estela de pobreza que atiende las políticas públicas sociales, y los sistemas restantes (monarquías), han consignado vergonzosos vasallajes y dinastías muy censuradas, para el caso de las más antiguas, e iguales analogías respecto a la pobreza y la desigualdad, las más modernas y democráticas.
Por esto y por todo lo que habría que agregar en este mismo sentido, cabe apreciar en el terreno de las evidencias práctica, justa y objetiva, que en todos los países y regímenes políticos actuales, de principios liberales, él y los asuntos de pobreza y marginación se atienden con variedad de programas sociales y acciones de gobernanza.
Sin embargo y en tal caso, México al pasar del lado proteccionista a otro más liberal, abriría la posibilidad real de romper las irracionales amarras de gobernar con bajos ingresos y muchas obligaciones sociales.

Statu quo que soporta inaceptables consecuencias, como insuficientes empleos y bajos salarios, crecimiento económico mezquino, críticas variadas y asignaciones injustas a la democracia y gobiernos en turno.
GRACIAS POR SU TIEMPO, AMIGO LECTOR.



¿Sabía Usted?
Mr. Kuinkelly

Natación
Desde su origen, la humanidad ha buscado dominar el agua, es decir, que la natación forma parte de la adaptación humana.

Se sabe, por jeroglíficos que datan de 2500 A.C., que los egipcios incluían la natación y el conocimiento de los beneficios terapéuticos del agua, como parte elemental de la educación pública.

También los antiguos griegos y romanos incluían la natación como parte del entrenamiento militar. Y quien sabía nadar, hasta gozaba de cierta distinción social, pues para referirse a alguien analfabeto o inculto utilizaban la frase: “no sabe ni nadar ni leer”.
La práctica de la natación como táctica militar continuó durante la Segunda Guerra Mundial.

Mientras que como disciplina competitiva, al parecer fueron los japoneses los primeros en celebrar pruebas anuales, en el año 38 A.C. Luego los fenicios, entrenaban equipos de nadadores en caso de naufragio durante sus navegaciones de comercio.
En la era moderna, la natación constituye una de las mejores actividades físicas, además de servir como terapia y método de supervivencia.

En 1908 se crea en Londres la Federación Internacional de Natación (FINA). Su función es la de regular las normas de la natación a nivel competitivo, así como la de organizar periódicamente eventos y competiciones de natación.

Las modalidades que regula son la natación, clavados, nado sincronizado, waterpolo y nado en aguas abiertas. Las justas femeninas de natación se incluyeron por primera vez en los Juegos Olímpicos de 1912 y la primera aparición del nado sincronizado en los mismos fue en Los Ángeles 1984.
La natación juega ahora un papel fundamental en varias otras competiciones internacionales, siendo las más destacadas los Juegos Panamericanos y las competiciones asiáticas y mediterráneas.
¡Si no lo sabía… créalo porque es cierto!



 

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