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¿Vivir bien con diabetes?

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La diabetes no es una condena a una mala calidad de vida, siempre y cuando las y los pacientes aprendan cómo mantener controlada su enfermedad.
lunes, 4 de diciembre de 2023
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Agencia/ Reforma

La diabetes no es una condena a una mala calidad de vida, siempre y cuando las y los pacientes aprendan cómo mantener controlada su enfermedad.

Aunque en el imaginario colectivo pareciera siempre estar relacionada con complicaciones de salud y muerte -no por nada se le ha acuñado desde el más ácido humor como "La diabólica"-, la diabetes no es ninguna sentencia.

Existe toda una serie de aspectos a cuidar para mantener controlada esta enfermedad metabólica y crónico degenerativa, y lograr así una buena calidad de vida.

El problema, y no es uno menor, es la falta de educación entre los pacientes en cuanto a ese debido autocuidado. Es decir, las personas que viven con diabetes, y que enfrentan diversos retos en su vida diaria, muchas veces desconocen cuestiones fundamentales como el tipo de alimentación que deben llevar o qué ejercicio físico pueden hacer.

"Un diagnóstico de diabetes tiene que venir acompañado de muchísima educación; no es suficiente una consulta rápida donde le digamos al paciente: 'Monitoree su glucosa, coma saludablemente y tome sus medicamentos'.

Eso se queda muy corto", dice Erika Backhoff Allard, psicóloga y educadora en diabetes certificada.

Generalizar diciendo que los enfermos cuya condición empeora no han sido lo suficientemente responsables resulta injusto, pues hay varios factores a considerar.

Backhoff Allard, subdirectora de Planeación Psicoeducativa de la Academia Mexicana de Diabetes, resalta tres.

Uno: La personalidad: Personas ordenadas y habituadas a seguir rutinas se adherirán más fácilmente al régimen de cuidados que aquellas más desorganizadas o que incluso tiendan hacia problemas como depresión.

Dos: La edad: Mientras los niños suelen replicar las conductas de sus padres, sean saludables o no, los adolescentes serán un poco más rebeldes; en adultos mayores puede pesar la vulnerabilidad inherente a la edad.

Y tres: El contexto: No todas las personas encaran la enfermedad con las mismas capacidades, lo cual suma obstáculos al control.

Sobre este último punto, vale la pena preguntarse si aquella persona diagnosticada con diabetes: ¿Tiene apoyo de su familia? ¿Posee los recursos económicos para poder comprar los medicamentos o acceder a nuevos desarrollos tecnológicos? ¿Conoce y puede financiar una alimentación saludable? ¿Cuenta con servicios de salud o seguro de gastos médicos? ¿Tiene la educación y el acompañamiento necesario para aprender lo que hay que hacer?

Se estima que el 46.4 por ciento de los pacientes con diabetes en el País no toma medidas preventivas para evitar o retrasar las complicaciones de la enfermedad.

Y, con casi 10 millones de personas mayores de 20 años diagnosticadas con diabetes en México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud (Ensanut), el sistema de salud se ve rebasado para brindar la debida educación a todos ellos.

"Hacen falta mucho más esfuerzos a nivel de salud pública y también al nivel privado, mucho más actualización a los profesionales de la salud, muchos más recursos destinados a una atención de calidad en diabetes, sobre todo en programas, no sólo de atención sino también educación en diabetes para que las personas realmente estén empoderadas y tengan el cuidado que merecen", señala Backhoff Allard.

LOS CUATRO PILARES

Entre las medidas de cuidado básicas que deben seguir los pacientes con diabetes, hay cuatro que resultan fundamentales.

El primero, es la alimentación: La dieta que las personas con diabetes deben seguir en realidad no dista de lo que se consideraría una alimentación saludable.

El problema es que la mayoría de las personas están acostumbradas a comer sin reparar en aspectos importantes como los altos contenidos de grasas trans, azúcares y sodio.

Lo ideal, de acuerdo con especialistas, es alimentarse cuidando: Las porciones; los grupos de alimento, procurando incluir todos en cada comida, y los tiempos, estableciendo rutinas.

"Nosotros no creemos que hay alimentos prohibidos. Por ejemplo, que las personas con diabetes no pueden comer dulces o no pueden comer pan dulce, azúcares.

No, sí pueden, en algunas ocasiones y cuidando las porciones. No es que estén prohibidos, es que nada más hay que aprender a saber cómo manejar el consumo", advierte Backhoff Allard.

Una herramienta útil es el "método del plato", desarrollada por la Asociación Americana de Diabetes, con la que a partir de un plato de 23 centímetros de diámetro se busca que las porciones de alimentos sean las adecuadas.

Dividiendo el plato en tres porciones, una del 50 por ciento del mismo y dos del 25 por ciento, la sugerencia es llenarlo así:

Verduras en la sección más grande. Parte de la fibra se disuelve en agua y se convierte en un material gelatinoso durante la digestión, disminuyendo el proceso digestivo y ayudando a reducir los niveles de glucosa en sangre después de las comidas.

Proteína en una cuarta parte del plato. Pueden ser carnes (res, cerdo, borrego), aves (pollo, pavo), pescados, mariscos, embutidos, quesos y huevo.

Se recomienda que sean cortes magros o no tengan piel.

Carbohidratos en la otra cuarta parte. Son el factor principal para la elevación de la glucosa después de las comidas, de ahí la importancia de consumir la cantidad adecuada para evitar hiperglucemias.

Pueden ser: tortilla, elote, pan de caja, arroz, papa, pasta, frijoles, alubias, lentejas, habas, manzana, uvas, sandía, plátano, mandarina.

El agua simple o natural es la mejor opción como bebida, así como té o café sin azúcar, infusiones, agua de sabor sin azúcar (jamaica, tamarindo, limón) o alguna bebida que contenga algún edulcorante no calórico.

Siguiendo este método se pueden planear las comidas.

De desayuno, por ejemplo, huevos estrellados acompañados con frijoles, nopales asados y un café sin azúcar; de comida, pollo con verdolagas acompañado con tortillas y agua de limón sin azúcar, y, de cena, ensalada con jitomate, lechuga, pepino, acompañada con trocitos de queso, manzana y un té sin azúcar.

Por otra parte, está el monitoreo de la glucosa.

Caracterizada por elevación de la glucosa en la sangre más allá de los valores considerados como normales (entre 70 y 99 mg/dl), la diabetes conlleva en su apropiado manejo la necesidad de mediciones continuas con un glucómetro.

Existen metas glucémicas para niños y adolescentes, adultos y adultos mayores.

Sin embargo, el control metabólico debe ser personalizado y definido por el médico tratante, pues algunas condiciones pueden requerir metas más estrictas, mientras que durante el uso intensivo de insulina, el desconocimiento de la hipoglucemia o antecedentes de hipoglucemia grave, podrían requerir de metas menos estrictas.

LA GLUCOSA

Algunas metas de glucosa en una persona que vive con diabetes pueden ser:

80 a 130 mg/dl

Preprandial = antes de los alimentos.

Menos de 180 mg/dl

Posprandial = 2 horas después de haber iniciado el alimento.

Los glucómetros, que suelen funcionar con tiras reactivas a las que se les coloca una gota de sangre, han evolucionado. Hay algunos que indican con colores si los niveles de glucosa están dentro de las metas o si se está en hiperglucemia o hipoglucemia.

También hay glucómetros que se acompañan de una aplicación móvil para registrar automáticamente las cifras de glucosa, lo cual permite analizar tendencias, ver gráficas y entender el tiempo en rango.

Puedes encontrar tiras reactivas que se pueden leer fuera del aparato y tiras que permiten una segunda oportunidad para poner la gota de sangre.

La recomendación es elegir el que mejor se adapte a las características de cada persona en costos, tamaño, diseño, etcétera.

Actividad física

Activarse físicamente permite que el cuerpo sea más sensible a la insulina -la hormona que permite que las células del cuerpo usen el azúcar en la sangre para producir energía-, lo cual ayuda a manejar la diabetes.

Asimismo, ayuda a controlar los niveles de azúcar en la sangre y reduce el riesgo de tener enfermedad cardiaca y daño en los nervios.

Esto no necesariamente implica convertirse de la noche a la mañana en un atleta de alto rendimiento.

Lo ideal, de hecho, es hacer al menos 150 minutos de actividad física de intensidad moderada a la semana; es decir, de 20 a 25 minutos al día haciendo, por ejemplo: Caminar rápido, bailar, nadar, andar en bicicleta, hacer tareas del hogar

¡AGUAS CON LAS EMOCIONES!

La atención a la cuestión emocional no es sencilla entre quienes resultan diagnosticados con una enfermedad crónica tan cargada de ideas negativas.

Según Backhoff Allard, las personas con diabetes generalmente transitan por un duelo al ser diagnosticadas, lo cual es natural y esperado. Es un proceso que consta de cinco etapas: Negación, ira, pacto, depresión y aceptación.

Las etapas no necesariamente se presentan en ese orden.

Puede resultar extenuante para personas que, a raíz de la enfermedad, tienen problemas en su alimentación, horas de sueño y concentración.

Pueden tener muchas ganas de llorar, sentirse confundidos, débiles, tristes y enojados.

INFORMACIÓN ÚTIL

La Asociación Mexicana de Diabetes lanzó el libro Viviendo sanamente con diabetes tipo 2, una guía con ocho capítulos de información para autocuidado.

En: www.amdiabetes.org.

 

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