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Van a las causas del dolor crónico

Conocer la causa del mismo resulta fundamental si se quiere brindar alivio.
lunes, 8 de enero de 2024
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Agencia/Reforma

En la atención del dolor, que tanto agudo como crónico no deja de ser un problema de salud pública, conocer la causa del mismo resulta fundamental si se quiere brindar alivio.

No es igual, explica la algóloga paliativista María del Rocío Guillén, tratar a alguien con un proceso agudo de dolor por una fractura, que puede sanar con una serie de fármacos y cuidados, que a una persona con un problema de columna que suma cinco años de evolución e intervenciones.

"Si es un problema de tipo crónico, muchas veces los tratamientos no son para curar el problema, sino para controlar el dolor de esas personas y, por supuesto, mejorar su calidad de vida", expuso la doctora adscrita al Instituto Nacional de Cancerología (Incan) durante una charla organizada por Productos Farmacéuticos Chinoin, sin obviar la complejidad de algunos casos.

"No va a haber ningún fármaco, ninguno, que regenere la columna y que haga que si le quitan las barras (a un paciente intervenido) le deje de doler, porque ya existieron cambios neurobioquímicos, pero además de eso cambios anatómicos.

Entonces, hay dos maneras de dividir el dolor: la parte anatómica y la parte funcional. Si las dos están maltratadas, no hay poder humano (que resuelva)".

Lo ideal para la también directora de Alive: Clínica del dolor y cuidados paliativos e intervencionismo es que nadie llegue a tal extremo, lo cual implica entender que no es normal vivir con dolor y, por tanto, no debe postergarse la visita al médico.

"Aquí la idea es que el paciente acuda ya sea a una unidad pública o una privada, esto depende de las monedas que uno traiga en el bolsillo; (...) el tema es que no dejen pasar el tiempo, sino que realmente tomen acción sobre lo que les está sucediendo", instó Guillén.

Neuropatía diabética, lumbalgia crónica, migraña y fibromialgia son algunos escenarios de dolor que al no ser atendidos y controlados pueden ocasionar alteraciones del estado anímico, del patrón del sueño, cognitivas -pérdida de la memoria reciente- y de las relaciones de pareja, así como mayor proclividad al consumo de sustancias alcohólicas y psicoactivas, además de discapacidad.

Por fortuna, el tema parece cobrar cada vez más importancia, con las carreras de medicina considerándolo entre sus materias, y la existencia de varias clínicas del dolor y cuidados paliativos en el sector público.

"A lo mejor antes se negaba un poco el que alguien persistiera con dolor; 'seguramente está exagerando, seguramente quiere una ganancia, se quiere jubilar', etcétera", comentó el doctor Ángel Juárez, presidente de la Asociación Mexicana para el Estudio y Tratamiento del Dolor (AMETD).

"Pero lo que se ha visto es que no, que a pesar de que una cirugía esté perfectamente bien hecha, que el paciente haya recibido el mejor tratamiento y no haya aparentemente una causa para que tenga dolor, el paciente puede tenerlo, crónico real y con otras implicaciones en su salud", refrendó el médico algólogo, anestesiólogo y paliativista.

Los especialistas destacaron que la atención del dolor debe ser multimodal y escalonada, partiendo del médico general hacia los especialistas en traumatología, neurología, ortopedia, entre otros, y con los antiinflamatorios no esteroideos como una opción farmacológica.

"Si tu dolor es severo, puedes utilizar analgésicos opioides, pero no porque tú decidas tomártelos, sino que ve al doctor y que te lo prescriba", subrayó Guillén, para quien la crisis de consumo de opioides en sitios como Estados Unidos o Canadá está lejos de ser la realidad de México y Latinoamérica.

"En los últimos dos años hemos batallado durísimo por tener morfina para pacientes oncológicos, para tener fentanilo (opioide sintético); en la pandemia, muchos pacientes con Covid murieron ahogándose y sin un opioide.

Ahorita, por suerte, como que esto ya se ha ido normalizando un poquito", apuntó.

Guillén incluso refirió los esfuerzos realizados desde la AMETD, que también presidió, ante legisladores para que destinen presupuesto a la compra no sólo de fármacos como paracetamol y ketorolaco; "desgraciadamente, a veces existen 20 mil prioridades, y eso es muy entendible, pero se ha hecho la gestión, y se ha hecho de forma constante", sostuvo la experta.

Finalmente, respecto al uso de productos farmacéuticos relacionados con el cannabis, Juárez admitió que pueden ayudar a algunos pacientes a mejorar la calidad de sueño y estado de ánimo, y como antieméticos -para las náuseas y vómito- en personas que reciben quimioterapia.

"En la parte de dolor, se ha visto efecto para un dolor de tipo neuropático en algunos tipos de pacientes, pero en realidad faltan estudios, falta ver cómo le va a esos pacientes a largo plazo.

"Hay que tomar en cuenta las interacciones que pueden tener con otros medicamentos", prosiguió el presidente de la AMETD. "Yo diría que estamos todavía muy en pañales para poder decir la utilidad de esto".

Frío que lastima

Aunque a veces se desestime cuando una persona asegura tener mayor dolor en la temporada invernal, en realidad se trata de un hecho comprobado que la algóloga paliativista María del Rocío Guillén explica así:

"Nosotros tenemos unas terminaciones nerviosas en las articulaciones, en el hueso y en las cápsulas sinoviales. Con el frío, estos receptores se activan, y esto hace que los pacientes sean más sensibles a percibir el dolor y con mayor intensidad.

"Los cambios bruscos de temperatura de un clima seco y caliente a uno húmedo, incluso aunque no haga tanto frío, pueden incrementar la percepción del dolor de la gente con problemas musculoesqueléticos", detalla la especialista.

RECOMENDACIONES

Para minimizar el impacto del frío de la temporada, que puede afectar más a personas con artritis reumatoide y artrosis, fibromialgia y migrañas, algunas recomendaciones son:

- Abrigarse apropiadamente para mantener el calor corporal y reducir la rigidez.

- Calentar antes de salir, ya sea con estiramientos o caminando para preparar articulaciones y músculos.

- Mantener una rutina de actividad física adaptada a las capacidades individuales.

- Beber suficiente agua, pues la deshidratación puede agravar los síntomas.

- Evitar los cambios bruscos de temperatura; protegerse del viento y la humedad.

- Consultar con el médico la posibilidad de tomar suplementos para la salud de las articulaciones, como Omega-3 o Vitamina D.

 

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