Melitón Guevara Castillo

Desde esta Esquina

PRI, derrotas y estrategias

Hace muchos siglos Nicolás Maquiavelo, en sus obra El Príncipe, describió como en aquella época los príncipes lograba el poder; quien ya lo tenía, lo conservaba y acrecentaba; y quien, no lo tenía, como lo podía obtener y, además, explica, qué tiene que hacer para no perderlo de inmediato.

No son reglas generales, que da consejos que pueden ser muy prácticos y útiles. Hoy, sin embargo, observamos como los políticos, tal parece que no aprenden de la historia, la experiencia.
Rafael González Benavides es el líder de los priistas en la entidad.

Para llegar ahí, tuvo que renunciar a una Secretaria del Gabinete; se entiende, entonces, que su nueva responsabilidad, es superior o que, cuando menos, le genera mejores expectativas hacia el futuro.

Sin embargo, vistas sus primeras decisiones, da la impresión que no tiene rumbo; al menos, su que su interés no es potenciar a su partido a futuras victorias político-electorales.
Los antecedentes del PRI en cuestiones electorales no se pueden ocultar, negar.

En términos de elecciones federales, del 2000 al 2012, fueron fracasos estrepitosos; y en la local, la más reciente, ni duda cabe que los resultados hicieron que Ramiro Ramos sudara la gota gorda para alzarse, a plenitud, con el liderazgo congresal: perder dos municipios grandes (Matamoros y Nuevo Laredo) que significó, también perder 6 diputaciones de mayoría: algo no visto desde hace muchos años.
Así, con esos antecedentes, es como llega Rafael González Benavides al liderazgo partidista.

Y su primera decisión fue cambiar al jefe de prensa; retorna quien, en plan burócrata, sin creatividad e imaginación, difunde sin estrategia la información partidista; la segunda decisión importante se acaba de dar: el nombramiento de 20 delegados municipales.

Y, todo hace indicar, por los comentarios que se han vertido, fue una decisión burocrática, sin estrategia para triunfar.
Cada vez que hay una elección, cuyos resultados no son los apetecidos, lo primero es una reestructuración del partido; por eso llega Rafael, porque además Ramiro Ramos, se convirtió en líder congresal.

A nivel Comité Estatal Rafael no ha dado color; lo hizo, en cambio, con los delegados municipales. Y es ahí donde se observa que no hay rumbo, porque no se designa a delegados según sea la problemática o el propósito de su arribo: si es conservar el poder, recuperarlo o perderlo.
Dos nombramientos de delegados han sido muy criticados: el de Lucino Cervantes, que va a Matamoros; como Rafael es de Matamoros, ya cuentan que Leticia Salazar le dio las gracias.

Y es que Lucino, considerado un burócrata del partido, en toda su vida ha sido incapaz de mostrar cualidades de negociador, de iniciativa y creatividad… difícil se que pueda convencer a los distintos grupos priistas para enfrentar, dar la pelea, a los blanquiazules, que están crecidos con el triunfo reciente de Lety Salazar.
Las críticas también llegan por el nombramiento de Gonzalo Rivera como delegado en Nuevo Laredo.

Gonzalo tuvo su etapa de esplendor con Américo Villarreal (deportes), luego incursiono en la industria restaurantera, hasta que a mediados de la campaña anterior fue nombrado delegado en Victoria.

Así, emisario del pasado, con poca experiencia como “operador” político, lo mandan a un municipio que, vaya pues, ni conoce ni lo conocen: va a calarse, vivir fuera del presupuesto ya no puede ser error.
Cuando observamos el contexto, el escenario, lo que esta atrás, uno piensa que racionalmente, las decisiones y acciones políticas tienen que dar indicios de que se busca, obvio, hacer mejor las cosas.

Cuando los hechos son al contrario, lo único que puede uno pensar es que, no entienden, que la política ya no se puede hacer con prácticas burocráticas.

Hoy la oposición cuenta y gana batallas… el PRI, sus dirigentes, parecen no darse cuenta.

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