Melitón Guevara Castillo

Desde esta Esquina

La Cultura Tamaulipeca

Acabo de iniciar la lectura de un libro de Mario Vargas Llosa: la sociedad del espectáculo, inicia con reflexiones y comentarios respecto a la cultura; y ese mismo día converse con un exalumno, que me hizo notar lo mal que se sintió –así lo percibió-, la actriz Ariane Pellicer cuando lee poemas de Carmen Alardín, tampiqueña.

Y todo porque el semblante del público evidenció que no la conocían.
Debo confesar que eso de la cultura tiene muchos vericuetos. Por ejemplo, todos los gobiernos –y el de Egidio Torre Cantú, no es la excepción-, hacen y pregonan mucho trabajo sobre la cultura.

Vemos, somos testigos, de cómo Libertad García, organiza aquí y allá más y más eventos. Como ese que nos dice que no existimos: Leo, luego existo.

¿Quién no lee no existe?
Sin embargo los hechos, quizá aislados, que de pronto revisamos nos hacen pensar que no hay cultura. De ahí que, en principio, busque una definición de cultura: Conjunto de conocimientos e ideas no especializados adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo o también como el conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época…”
Recuerdo que hace muchos años un músico alemán, pianista, ofreció un concierto en el Teatro Amalia; al final hubo una conferencia de prensa y no falto la pregunta: ¿Qué piensa del publico victorense?, la respuesta fue contundente: no sabe de música, dijo, a cada rato aplaudía, eran tiempos muertos de la pieza, aplaudían y aplaudían.
En otra ocasión, un reportero de Televisa, en el gimnasio universitario ofrece una charla y le preguntan: ¿a quién le gustaría entrevistar? Y su respuesta fue ¡Saramago!, y al ver el desconcierto, pregunto: ¿saben quién es Saramago?, y en coro le respondieron: noooooooooooooooooooooooo.

Tuvo que explicar que lo acababan de premiar con el Nobel de Literatura y dio a conocer los títulos de algunas de sus obras más relevantes.
Por eso no me sorprende que Arianne Pellicer, vaya pues, se llevará la sorpresa de su vida, porque en Tamaulipas –al menos en la capital-, no conocen a Carmen Alardin.

Y es que no saben que nació en Tampico, pero vivió muchos años en Monterrey. A los 16 años publicó su primer libro de poesía: El canto frágil; en 1984 recibió el premio Xavier Villaurrutia y, claro, la UANL la galardonó más de una ocasión… y en Tamaulipas, leen sus poemas para existir.
Si hay un evento de lectura, presentación de un libro, o de una orquesta sinfónica, el público no es tanto que, por ejemplo, si hay un espectáculo que es amenizado por Los Tigres del Norte, por Grupo Pesado o por un artista de renombre, muy conocido.

¿Significa que hay cultura de elite y cultura popular? En realidad si, la cultura va en razón proporcional a las oportunidades y medios de que disponga una familia o un núcleo social para estar en contacto con la cultura: que nace en la familia, la iglesia, la educación, las lecturas, las experiencias y el contacto permanente con un entorno.
¿Cómo hacer para que haya una sociedad más culta? Es quizá una respuesta que no tiene Libertad García Cabriales, ni la tiene usted, pero hay una realidad histórica: la cultura nace en la familia y está presente en cada uno de nuestros actos; en las visiones que tenemos de como divertirnos, de cómo disfrutar la vida, de cómo resolver nuestros problemas, es comportamiento y actitud.

Y en la práctica la consideramos sinónimo de “conocimientos”.

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