Condominio Horizontal

Por Priapo

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Hordas de nerds

El Rengo Montoya le estaba dando la follada de su vida a Ivonne, la Hacker. Y eso era mucho decir. O poco. La verdad es que ninguno de los dos tenía mayores expectativas sexuales.
jueves, 8 de mayo de 2014
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EL UNIVERSAL

El Rengo Montoya le estaba dando la follada de su vida a Ivonne, la Hacker. Y eso era mucho decir. O poco. La verdad es que ninguno de los dos tenía mayores expectativas sexuales.

El uno porque quedó algo tullido tras un accidente en la adolescencia y estaba convencido de que nunca una mujer le haría caso. La otra porque había pasado los mejores años de su juventud frente a varias pantallas de computadora intentando entrar en los más sofisticados sistemas de seguridad alrededor del mundo.
Por eso cuando el rengo la penetró mientras ella estaba recargada contra un árbol, en la cima de la pequeña colina del Parque del Pasamano, los dos lanzaron un gemido tremendo.

El mismo que se multiplicó, una y otra vez, a cada embestida del Rengo quien, justo por su defecto, conseguía entrar en zonas que para cualquier mujer serían inexploradas, mucho más para alguien con tan poca experiencia como Ivonne.

Pero la multiplicación no sólo provenía de las embestidas y los jadeos. Una cámara de video estaba grabando toda la escena. Más aún, la transmitía en vivo por Internet.
Eso sí, lo hacía a partir de canales encriptados a los que sólo los especialistas podían acceder.
Así que, pronto, centenares de hackers de todo el mundo estaban viendo cómo se follaban a una de ellos.

Y no es que la imagen de Ivonne fuera famosa. Al contrario, como buena delincuente del ciberespacio, había tenido cuidado de ocultar su identidad. Sin embargo, los nerds se reconocen entre ellos.

Además, no cualquiera podía subir ese video a esos canales.
Las primeras reacciones llegaron como mensajes de texto, tan raros como pocos.

Hubo quien escribió fórmulas matemáticas o sucesiones numéricas incomprensibles. También aparecieron secuencias de letras en las que se alternaban las mayúsculas y las minúsculas sin un orden claro.

Al menos eso es lo que parecía. Los verdaderos nerds sí sabían que se estaba diciendo. No por nada pronto unos comenzaron a responderle a los otros y a llenar la pantalla de carcajadas.
De pronto, el Rengo Montoya detuvo sus vaivenes, Ivonne se volteó y se puso de rodillas frente a él para llevarse el mástil de ese hombre a la boca.

El público del ciberespacio enloqueció. Las frases sin sentido dieron paso a fotografías de ellos mismos, los famosos selfies. Las primeras fueron un tanto tímidas: un brazo, una pierna, una mujer en calzones y sostén.

Pero pronto se fueron animando.
Así, un par de tetas inundó la pantalla sin aviso previo. La foto estaba tomada en alta definición.

Tanto, que a fuerza de hacer acercamientos, se podían apreciar un par de diminutos lunares a un lado del pezón derecho. Eso encendió más los ánimos que la imagen de Ivonne poniendo al Rengo Montoya sobre el piso para cabalgarlo.

Tras el par de tetas vinieron varias fotos de desnudos integrales en los que lo único oculto era la cara de las personas. Desfilaron, pues, cientos de mujeres, algunas más guapas que otras.

Los hombres nerds no quisieron quedarse atrás. Subieron sus propios selfies sin pudor. Es cierto, muchos estaban gordos o fuera de forma, pero eso parecía no importar demasiado.
Sobre todo, porque pronto comenzaron a sacar acercamientos de sus penes, la mayoría de ellos en plena erección.
“Yo a ese sí me lo acababa a lamidas”, comentó una de las mujeres cuando vio una foto de un fulano bastante bien dotado.
“Cuando quieras mamacita”, respondió AQ7216sWe al mismo tiempo en que ella le enviaba una foto de sí misma bien empinada, regalándole una imagen plena de sus nalgas.
“Quiero ahorita mismo”.
“¿Dónde nos vemos?”
Sin pensar en las implicaciones que esa cita tendría para su clandestinidad, ella respondió de inmediato: “En el Condominio Horizontal”.
Ese diálogo se repitió, más o menos en el mismo tono, decenas de veces.

Un hacker dijo que daría su computadora con tal de perderse entre un par de tetas monumentales. Otro, que no se conectaría nunca más a Internet si le dejaban meter su miembro en medio de unas nalgas brillosas y seductoras.
Centenares de citas se fueron gestando.

Mientras tanto, el Rengo Montoya e Ivonne, la hacker, terminaban al mismo tiempo con un grito espectacular que motivó, al menos, otra docena de citas.

Sin saberlo, estaban propiciando la que, sin duda, sería la invasión más peligrosa para el Condominio Horizontal: la de centenares de nerds que ya iban hacia allá.
Desde una ventana cercana, un vecino detiene la grabación, revisa las conversaciones y sonríe con malicia: su plan se desarrolla según lo establecido.


EL UNIVERSAL

 

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