REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

0
Votos
Nota Aburrida
Nota Interesante
MOVER LA MISERICORDIA DE JESÚS

…”Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre”… (Lc 6,36)
domingo, 21 de septiembre de 2014
Comparte esto en Facebook
Comparte esto en Twitter
Comparte esto en Digg
Enlarge Font
Decrease Font
Ya desde siglos la profecía de Isaías advierte la imperiosa necesidad de cultivar la fe en el Hijo de Dios, al decir;…”Sino creyereis, no entenderéis”… Al carecer de ella, el hombre camina a través de su existencia en una obscuridad semejante a la del ciego, que no ve y no comprende la razón de lo que esta a su alrededor.

La realidad es que el mundo ha perdido la fe en Dios su Creador, no cree en Él, ni escucha su doctrina, se aparta porque le es complicado cumplirla, pues entiende que es dejar los deleites nada sanos a los que se ha entregado, vicios, hábitos y costumbres que para la salvación de su alma sabe que debe apartarse de ellos y no lo hace, cuando el hombre que comprende el significado de la divinidad de Jesús, de su venida al mundo, de su sacrificio en la cruz, de amar al prójimo, de perdonar, y la misericordia de Jesús, vive inducidos por el tentador, donde su incredulidad le lleva a decir ¿Dónde está Dios que no lo veo? Obstinado, en un acto de rebeldía contra su Creador, con más facilidad es atraído al goce del mundo, que ve y lo palpan sus sentidos, se aferra a él, mas se dice agredido, cuando se le habla de modificar su vida por bien del alma que Dios le ha entregado, le incomoda la idea de arrepentirse de corazón y dejar por si mismo la vida pecaminosa, la presión de los suyos lo lleva a decir: la dejo o no la dejo, prefiriendo no dejarla, entonces por si mismo está contra el Señor.

El hombre vino al mundo a salvar su alma cumpliendo lo dispuesto por el Señor cuando dijo;…”Y henchid la tierra y sojuzgarla, y dominad”…Significa que en ella estará obtener las necesidades personales, comida y sustento para los suyos, pero la avidez del dinero, la envidia, los excesos que obtiene le llevan a entregarse a este mundo, y con ello aumenta su incredulidad, la consecuencia recae en los males familiares, sociales, morales e intelectuales, por esa incredulidad, el hombre ha creado un mundo complicado y problemático, de decadencia venal, causante entre otras cosas de la infidelidad matrimonial, que tiene en el adulterio su desarticulación, que ha hecho del engaño un hábito en todos los órdenes de la vida, se adhiere sin escrúpulos a seguir una conducta perversa, voraz gula, de la codicia mezquina que endurece el corazón, y desprecia al prójimo, todo este obrar y mas rompe la enseñanza de Jesús en su doctrina y mandamiento, siendo el resultado haber perdido la fe.

Predicando la palabra de Jesús dice San Pablo;…”Sed misericordiosos, como mi Padre es misericordioso”…Ahonda con la misma persistencia, constancia y continuidad, con que el Señor enseño su palabra, obra y pensamiento a los hombres de todos siglos, depositando la semilla de la fe en el alma y el corazón del fiel cristiano, para que por ella deduzca la forma de mover la misericordia de Dios al decir;…”No nos cansemos, pues de hacer el bien, porque a su tiempo recogeremos el fruto, si no desfallecemos”…La obra valiosa de misericordia del Señor, es la semilla del amor que sembró en las almas a su paso por el mundo, San Pablo refiere al fiel cristiano;…”No nos cansemos”…Pide imitar a su divino Maestro, quien jamás se canso en mostrar, que su obra de misericordia para bien de las almas, fue su pasión, su crucifixión y su resurrección, y continuara hasta el fin de los tiempos.

El ser humano de todo nivel social, sea de poder económico regular o el que carece de ello, habrán de luchar por la salvación de su alma en el orden que Cristo nos predicó y enseñó, haciendo obra de misericordia en el desvalido, el que vive en angustia, el agobiado que no encuentra solución, el enfermo de alma y cuerpo, por ellos nos enseño Jesús a perdonar;…”Hasta setenta veces siete”…Así será nuestra obra de misericordia;…”hasta setenta veces siete”…Significa: siempre perdonar, y siempre ser misericordiosos con el prójimo, como dijo San Pablo;…”Hacer el bien”…Y agregó Jesús porque todo lo demás;…”Se os dará por añadidura”...En la resurrección del joven de Naím, donde Jesús muestra la generosidad de su misericordia en toda su magnificencia.

El como Dios ve cada corazón y cada pena, sabe del dolor de la madre por el hijo fallecido, dice el evangelista;…”Después se encaminó a una ciudad llamada Naím; iban con Él sus discípulos y una gran muchedumbre del pueblo”…Toma camino a la ciudad de Naím, al llegar a la puerta de la ciudad amurallada, se topa la muchedumbre que va con Jesús, con una cantidad de personas que acompañaban un cortejo fúnebre.

La costumbre en Israel era que al pasar una comitiva luctuosa era obligado a ir con ella hasta el cementerio, así el cortejo se va engrosando, el deseo de Jesús fue obrar entre estas dos multitudes el prodigioso milagro, que habría de despertar la fe, creer en su divinidad de Hijo de Dios, arrepentirse al conocer su misericordia, y reconocer que su obra es de Dios y de Jesús su Mesías.
Imaginemos las dos multitudes, la que viene con Jesús y la que sale de la ciudad;…”Al llegar a la puerta de la ciudad, he ahí que era llevado fuera un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda, y venía con ella mucha gente de la ciudad”…De momento llamo la atención a quienes caminan con Jesús, una situación que movía a tristeza escuchar a la madre llorar con dolor su acongojada pena, al preguntarse ; ¿Qué he de hacer ahora que quedo sola, sin el sostén de mi vida? Vive un vacío en su corazón, angustiada no encuentra salida a su sufrimiento, es en ella un desconsuelo que casi perdería el sentido, era un momento de amargura en un corazón desconcertado por la perdida del hijo amado, su llanto se eleva sobre la multitud que esta en un silencio sepulcral, donde quizás algunos corazones desearían ayudarla, pero todos ven por sus intereses, nadie la tranquiliza en su pena, todos van en silencio conmovidos, pero hasta ahí.

Pongamos en nuestra mente la expresión conmovida de Jesús ante cuadro desolador, que le hizo ver a su Madre Santísima en el momento de su muerte, cuando bajado de la Cruz ya sin vida, vio el dolor de María incontenible por tanta afrenta, que por redimir al hombre padeció injustamente, cuando su madre acerco su oído a su sagrado corazón, su silencio agita el corazón de María, y causa un agudo pesar, no hay palabras para describir el dolor que ahonda y lacera su Inmaculado corazón, esto y mas vio Jesús a ese momento, en donde la infinita bondad de Cristo se conmueve hasta sus entrañas, por las lagrimas de la madre en desdicha.

La fe muestra, que Jesús profundiza en el corazón de la madre, lo va enterneciendo, en un acto amoroso del corazón de Jesús que las muchedumbres no ven, ni saben lo que sucede en Él, están contagiados por el dolor de la madre, vayamos al evangelista;…”Al verla, el señor movido de misericordia hacia ella, le dijo: No llores”… ¿Qué nos está mostrando Jesús en este momento? El sentimiento de confianza que toda alma por su fe puede poseer, es la aclamación que llama a la misericordia, y es cuando Jesús abre el corazón, el alma está convencida de que el Señor la escuchará, en este caso la mujer no llama a Jesús, Él va ha ella, es cuando reacciona el corazón de la madre al escucha la voz dulce, tierna y cariñosa que la hizo sentirse confortada, su ojos buscan a quien en un instante tranquilizo su pena, y encuentra en el rostro de Jesús la mirada que penetra su alma, como si fuera una mano suave que pasa en ella, y va apagando su pena, la mirada divina de Jesús la consuela; ¿Cuántas almas de santidad, justas y buenas desearían haber sido en ellas, que la mirada amorosa de Jesús repasara por un segundo su corazón? Porque –fue para ellos-lo que vive esta mujer, una eternidad.

En su interior la madre esta dolorida por la muerte de su hijo, pero la palabra de Jesús le hace experimentar un revivir que aviva el ánimo, confianza y consuelo en su corazón.
Continúa el evangelista; El silencio de las multitudes se hace más penetrante, al escuchar la voz de imperio y señorío de Jesús, cuando…” Se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron.

Entonces dijo: Muchacho, Yo te digo: ¡Levántate!”…Con ello Jesús nos está diciendo…Yo tengo el dominio e imperio sobre vivos y muertos, por ello dijo;…”Yo te digo: ¡Levántate!”…Su voz taladró el corazón de la multitud, que impactados conteniendo la respiración escuchan a Jesús ordenar al cadáver que se levante, todos saben que no tiene vida, como también saben nadie puede dar la vida sino Dios, entonces viene la encrucijada en la mente de la multitud: creer o no creer, en la Dios devolver la vida que ha tomado.

Jesús se acerca al pecador con su gracia y consume la obra estupenda de la justificación. Veamos en ello al pecador como alma muerta por el pecado ante el Señor, pero cuando arrepentida se dispone y hace su mayor esfuerzo sacudiendo lo íntimo de su ser, suplica clemencia cuando va al Sacerdote y confiesa contrito sus pecados y se aparta de ellos para no volver a caer, recibe la absolución y el perdón de Dios, entonces el alma vuelve a la vida de la gracia, envidiable para aquel que sigue apegado en la ignominia del pecado.
Continúa el evangelista;…” Y él (que había estado) muerto se incorporó y se puso hablar.

Y lo devolvió a su Madre”…La palabra de Jesús es poderosa, así dijo el Centurión a Jesús, no había que ir a su casa a sanar su siervo, con una sola palabra mí siervo quedará sano.

La palabra de Jesús impera en el cielo, la tierra y en el Universo, la vida obedece a su Creador, reconoce su autoridad, por eso confirma su palabra que vivifica, cuando dijo;…”Como el Padre resucita a los muertos y les devuelve la vida, así también el Hijo devuelve la vida a quien quiere”…Vino la vida y la función de la vida en el joven hijo de la madre, habla el hijo y Jesús le toma de la mano y lo entrega en la mano a la madre, ello significa: Dios ha vuelto a recibir el alma difunta con vida, revelando con claridad, verdad y gracia divina la resurrección del hijo de la viuda de Naim.
Siguiendo con el evangelista;…”Por lo cual todos quedaron poseídos de temor, y glorificaron a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo”…
La muchedumbre a este momento conmovida al oír el mandato y ver levantarse al que era cadáver ya con vida y hablar, de inmediato la conciencia intervino en ellos y les hizo ver sus pecados, la necesidad de arrepentirse, pero su falta de fe en Jesús, hicieron lo que siempre hacían, glorificar a Dios, viendo a Jesús solo como un gran profeta, y no como el verdadero Hijo de Dios, en su turbación dicen: Dios había enviado a visitar a su pueblo, pero el sentido que corría de boca en boca, era que Él sacaría al pueblo del poder y yugo de los romanos: no viendo en Jesús a su Mesías, que vino a salvarlos del pecado, no quedaba apropiado en ellos su predicación del amor al prójimo, perdonar las ofensas ajenas, en esta forma, el mesias que esperaban no los conducirá a dominar el mundo, por eso no lo aceptan y no apreciaron la majestad divina en Jesús, no están conformes con la humildad exterior de Jesús, ya que a ese momento no había dado a conocer que Él es el verdadero Mesías.

Jesús va obrando prodigiosos milagros, los que por sus obras encienden en el corazón de los hombres la virtud. Por lo que la muchedumbre aprecio a su vista, sabe que ningún profeta había resucitado a un muerto con una sola palabra, lo habían echo ofreciendo su oración a Dios, pero en Jesús fue diferente, el mando y con su sola palabra el muerto obedeció, dejó el féretro y habló, esta es la prueba de benevolencia de como el Señor ve a su pueblo, el cristiano nacido a consecuencia de la venida de Jesús, espera de Él por la fe su misericordia.

Más tardaría Jesús en volver avanzar con la muchedumbre que la voz del prodigio corrió con más rapidez;…”Decían un profeta se ha levantado entre nosotros”…Su soberbia no les permite reconocer a Jesús como su Mesías, los lleva a decir que es un Profeta, bien conocen que ningún hombre puede resucitar un cadáver y darle a este la vida, solo puede hacerlo Dios; ¿Por qué negar a Jesús su divinidad? Es el temor a ser acusado ante el sanedrín de ser seguidores de Jesús; no pueden vencer el temor de creer y tener fe en la obra de Dios, que en este siglo se ha perdido, por al dar preferencia a las cosas u objetos del mundo.

Falta de en Jesús, no es dilema es una sangría que corre en el incrédulo, que no acepta que la obra de Jesús es un acto que movió la misericordia de Dios.
Dice San Agustín en el libro de Trinitate;…”El débil filo de la mente humana no puede penetrar en luz tan maravillosa sin no fuere purificado por la justicia y de la fe”…Esto sucedió entre la madre del hijo muerto y Jesús.

El pueblo fue un espectador que vio lo exterior y no lo interior de la madre y de Jesús, la enseñanza de todo esto, es la necesidad imperiosa de la fe en Dios, que transforma el alma de impura a pura, de mala a buena, de pecadora a estar en gracia, el alma que asiste a la Santa Misa y ve todo lo que el Sacerdote hace y dice como simple espectador, carece de fe, porque no penetra en el sentido del acto incruento de Jesús; el que se confiesa y hasta inventa pecados, con tal de que los demás le vean recibir a Cristo, hace un acto grave, en la que no recibe ninguna gracia, ni obra la misericordia, sino la sentencia que dice san Pablo;…”Porque alguno cree ser algo, no siendo nada, el mismo se engaña”… Aquí vemos un acto de mala fe.

El alma que acude a recibir al Señor, y humilde se arrodilla, esta ofreciendo al Señor en oración profunda lo que dice el Salmo;…”inclina, Señor, tu oído a mis súplicas, y escúchame; salva, Dios mío, a tu siervo que espera en ti.

Ten piedad de mi, Señor, porque a ti clamo todo el día”…Esa cuando el alma de fe, reconoce en ella la misericordia de Jesús, y que por su oración a movido sus entrañas.
hefelira@yahoo.com.

 

Opina sobre este artículo

Nombre   Email  
Título
Opinion

Columnas Anteriores

Otras Noticias