REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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LA GLORIOSA MAJESTAD DE JESÚS

…”Este es mi Hijo, el amado, ¡Escuchadlo!”…(Mc. 9,7)
domingo, 1 de marzo de 2015
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La enseñanza doctrinal del Apóstol San Pablo dice:…”Dijo Dios: Brille la luz desde las tinieblas. Es quien resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo”… Veamos en ello, como pasarán las almas en pos del Señor en este mundo la prueba de amor y fidelidad a su doctrina y mandamientos, para así ganar la eternidad.

Cada ocasión que nos miramos en un espejo, este siempre nos dirá la realidad de lo que somos y como somos, pero buscando, entendemos el reclamo imperioso de perfeccionar el alma, que con el socorro de la gracia se obtendrá, manteniendo el alma en ella, vendrá al final de la existencia la satisfacción del deber cumplido.

Reflexionando con apego a la virtud de la caridad, es de pensar cuantas almas caminan por el mundo sujetos a una conducta, donde con egolatría, mezquindad y miseria miran hacia lo que les conviene y agrada, la satisfacción es pasajera, cuando pasa el momento frívolo, vuelve la inclinación a buscar del mismo pecado el deleite que disfrutó en momentos anteriores, la pasión no tolera estar en ese vacío que se asemeja a la droga, que pasado el efecto, se busca de nuevo lo mismo para sentirse “engrandecido” y nunca se llenará esa ausencia, sino que envuelve más al infeliz, así el pecado llama a pecado, así obliga el tentador al pecador, para responder por si mismo del placer al que responde.

¿Cómo prevalecer y controlar esta condición de vida? Difícil hacerlo donde no hay elevación del alma hacia lo divino, sino a lo humano, donde la virtud significa una cosa de hombres que no conocen ni entienden el mundo y se refugian en palabras sin sentido; donde el dejar hacer y dejar pasar es una complacencia, que niega el orden espiritual, moral, familiar y personal de lo que significa cumplir como hijo de Dios, la enseñanza que el Señor predicó en su venida al mundo.

El valor de salvación, está en analizar con buena voluntad, la causa y origen de la vida alejada de Dios, al ahondar en ello siendo honrado y veraz consigo mismo, se descubrirá que sus actos en el mundo han sido ficticios, los disfrutes temporales ha sido en el pecador tiempo perdido para bien de su alma, deduciendo que en la vida del mundo lo que hizo fue adquirir maldad y maña para actuar en lo mundano.

El ser humano sin sentimientos balancea su conducta contra el prójimo del que obtiene provecho: miente aquí, engaña allá, niega a otros, exagera a unos, en todas estas maniobras, el inicuo engañador, doloso y falso, es hábil para mantenerse, pero cuando el Señor obra y todo lo que él robó, apoderó, abusó, violó, y sus muchas actitudes perversas se le terminan, culpa a todos de su derrota, menos a él, porque no tiene fe, no tiene creencia, no tiene bienes del alma, vive engolosinado en la relajación de su dignidad humana: es un servidor de lo malo, de donde nos dice San Pablo;…”Y no toméis parte con ellos en las obras infructuosas de las tinieblas”…Mas la misericordia del Señor no tiene barreras para depositarla en las almas, así sea la mas violenta o turbulenta que vive en la oscuridad, profundizará su corazón para hacerla brillar en la fe, y obtenga la gracia: la luz del Padre en el hijo creado por Dios, luz que taladra el corazón endurecido, es tomar dos piedras de pedernal, y tallarlas, al momento salta la chispa de una luz pequeña que enciende el leño seco, que se asemeja a la vida contraria al Señor, ese leño seco en su inicio fue como la vida humana, nace la planta y se convierte a los años en árbol frondoso que cumple su función, al tiempo se seca y queda convertido en leña, aún seco al ponerse en el fuego da luz, ello significa el tiempo que el pecador ofendio a Dios, y el instante que viene la luz a él convertida en resplandor, que ilumina el corazón en un nuevo amanecer diáfano y claro, limpio y puro que esclarece la mente y el entendimiento, mueven a detenerse en lo que no se debe hacer.

La luz interior del alma leal al Señor, clarifica en su corazón los bienes perdidos durante tanto tiempo, es cuando se comprende el conocimiento de la gloria de Dios, y surge en el pecador contrito dice el evangelista;…”Y la luz luce en las tinieblas”…Es la disposición del Señor, que apreciando la realidad del verdadero propósito de enmienda, concede al pecador la gracia de encontrar en el Rostro de Cristo, la gloriosa majestad de Jesús.

Aprendamos de la observación de San Cipriano;…”Jesucristo es nuestra luz, no sólo porque nos revela los secretos de la salvación, y la eficacia de una vida nueva, sino también porque nos descubre todos los proyectos, la malicia y los fraudes del diablo para preservarnos de ellos”…Por eso, la vida espiritual es distinta a la vida promiscua, perversa y maliciosa; la vida del buen católico es de recogimiento, es abstraerse de este mundo mundano, es negarse así mismo, que enemistarse con su Creador es rechazar su perdón, es negarlo, es perderlo y no querer conservarlo; no separarse de esta conducta, es abismarse mas de la voluntad del Señor, será por la oración acercar el corazón contrito del pecador, al corazón amoroso de Jesús, y por obra y gracia del Espíritu Santo, da a conocer en el alma fiel a Cristo la majestad divina del Padre.

Las almas arrepentidas de corazón noble que luchan por ganar y mantenerse en gracia del Señor, será siempre agrado en Jesús. Cuando el pecador recalcitrante, incrédulo, timorato y banal, rechaza y niega al Señor, su actuar significa “algo” es falsa su actitud, no es verdad, la realidad es que si cree en Dios, tan es así, que su rechazo es un temor que lo agobia, vive en su interior la lucha del bien y del mal, pero el temor que lo domina priva en él acercarse al Señor, a solicitar su perdón, mas la conciencia reclama, ella si ve lo que el ser humano no ve, la razón de ser deposita por Dios en él: la gloria eterna, el esplendor y la majestad de Jesús, por eso acicatea y no da tregua, a la conciencia nada la detiene en buscar que el pecador se salve, porque el deseo de salvación en él esta en su corazón, y ella busca despertar ese amor a Dios latente que vence la soberbia y exalta la nobleza, y a la postre descubrirá lo mas sublime del alma: disponerse a la sincera reconciliación que le ayudará en su momento, encontrar en el rostro de Jesús la paz y tranquilidad de su alma, la continua superación espiritual que no tuvo en su vida pasada, el Angel de la Guarda la revivirá en el cristiano bautizado camino al Señor, pero mientras el pecador no reconoce su situación; ¿Qué recibirá? Nada.

Sólo viviendo en la fe de Cristo, recibirá su interior la luz que permite ver su bondad y entender que viendo al Hijo, está viendo al Padre y al Espíritu Santo, esto es, la majestad del Señor en su gloria eterna, por ello dice San Juan;…”El que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre”…Y tampoco tiene al Espíritu Santo.

¿Qué hacer para asimilar en nuestros actos tan especial revelación del Apóstol? Es sencillo, asunto de fe es corresponder al amor de Dios con amor, a la bondad infinita de Jesús responder con fe, confianza y fidelidad, pues quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, en Dios permanece, y Dios en él.

Juan el Bautista, anunció la venida de la salvación y predicó la penitencia, así estar preparados a la venida de quien él no es digno de desatar su sandalia; Jesús pide estar preparados, porque no se sabe cuando será la segunda venida del esposo.

Jesús anuncia tres ocasiones a sus discípulos su muerte en la cruz, para que estén preparados llegado el momento, y no se digan sorprendidos.

Es tiempo de Cuaresma: apartarse de lo que pierde, concentrarse en elevar el alma por la oración y el ayuno a fortalecerla contra la tentación; ¿Acaso no se puede ofrecer a Jesús esto y más? Crucificado entregó su vida y derramó su preciosísima sangre por la salvación de las almas.


En el hecho de la Transfiguración del Señor, entendemos que la fe en los discípulos del Señor le era bien conocida que estaba por encima de tanta gente que lo escuchó y estuvo ante Él en sus predicaciones, vieron sus prodigiosos milagros.

Entre los discípulos en este momento la fe no era uniforme, en unos era mucha, en otros poco menos, Nuestro Señor no vio ni esto ni su preparación o conocimientos religiosos, profundizó su alma y corazón.

Dice el evangelio;…” Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan su hermano, y los llevó aparte, sobre un alto monte”…Son los discípulos predilectos que se han ganado la distinción de su Maestro, por su gran fe en Él, los distingue con un nombre que entendemos es muestra del afecto del Señor; Simón: Pedro, príncipe de todos ellos; Santiago de Zebedeo llamado el Mayor, primer mártir de los Apóstoles y Juan el apóstol virgen.

Dijo el Señor acompañadme, nos enseñan a imitarlos, no replicaron y obedecen a su Maestro confiados, mostrando que el camino al Señor es Fe y confianza en su palabra.
Estando rodeados por la oscuridad en el monte, dijéramos: una boca de lobo, se orientan en la oración mirando a donde escuchan la voz de Jesús, aprendiendo de que al rezar el Señor pone su rostro en la tierra, ellos así estarían así y empezarían a ver una luz extraña en medio de lo negro de la noche, que la luz se iba siendo cada vez mas intensa, dice el evangelio;…” Y se transfiguro delante de ellos; resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz”…Así quiso Jesús que se obrará en su persona delante de ellos, y vieran su cuerpo cada vez mas luminoso y brillante, y creyeran ser Él como esta en su gloria, al hablar de la naturaleza de los cuerpos resucitados dice San Pablo;…”Sembrado cuerpo natural, resucita cuerpo espiritual; pues si hay cuerpo natural, lo hay también espiritual”…Las almas que ganen la gloria eterna serán semejantes al cuerpo transfigurado de Jesús.

Refuerza la Visión San Jerónimo;…”Se transformó, sin perder su cuerpo verdadero, no tomando un cuerpo aéreo. El resplandor de su rostro y el candor de sus vestidos fue un cambio accidental determinado por la gloria del alma que en ellos se manifestaba”…Ver el rostro resplandeciente de su Maestro, y sus vestidos en un blanco tan intenso que lastimaría sus ojos, fue en ellos impresionante, nunca imaginaron ver a Jesús en esta forma, mas fue deseo de Jesús afirmar el momento en ellos;;…”Y he aquí que les aparecieron Moisés y Elías, que hablaban con Él”…Recordemos el patrocinio; Moisés representa la ley preparada por él para la venida del Mesías, como Legislador, rinde reconocimiento al Legislador supremo que dijo;…”No he venido a destruir la ley, sino a dar cumplimiento”…Los discípulos han escucharon con claridad que el Señor y ellos conversaban sobre su Pasión y Muerte, de su Resurrección y Ascensión de Jesús, ello confirmaría la verdad de lo que les ha anunciado.

El esplendor del momento, embelesa a los discípulos, sacudido su corazón con fuerza, pues una visión donde se aprecia el esplendor de la verdadera santidad sublime de Dios, no hay palabras que expresen la magnificencia de esta revelación del Señor a los suyos, movidos por el deseo de servir a su Maestro dice el evangelio;…”Entonces, Pedro habló y dijo a Jesús: Señor, bueno es que nos quedemos aquí.

Si quieres, levantaré aquí tres tiendas, una para Ti, una para Moisés y otra para Elías”…El impulso de Pedro es motivado en tratar de detener el momento que es un dulzura que reanima su ser y desearía no se terminará y continuar deleitando su alma, porque no era el cuerpo el que se gozaba en este momento, sino sus almas, mas la inocencia de Pedro habla no sabíendo lo que esta diciendo, mas bien desbordado de gozo su corazón, intenta no se termine la visión de la humanidad glorificada de su Maestro, no quisiera irse de ahí, nos preguntamos; ¿Como será la eternidad para las almas que merecen ver cara a cara la grandeza de la divinidad? Se conocerá, si obrando bien y evitando el mal.
…” No había terminado de hablar cuando una nube luminosa vino a cubrirlos, y una voz se hizo oír desde la nube que dijo: Este es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco; escuchadlo a Él”…La misma voz que se escuchó cuando Jesús fue al río Jordán a ser bautizado por Juan, dice el evangelio;…” Y una voz del cielo decía; Este es mi Hijo, el Amado en quien me complazco”…El Padre ha hecho la revelación del más grande de los misterios, en él que reside el infinito amor del Padre al Unigénito.

La nube cubrió a Jesús, Moisés y Elías, su resplandor es la manifestación de la presencia de Dios, que anuncia su majestad y realeza divina, ocultados los tres personajes de la vista de los discípulos, estos quedan atemorizados, con su rostro en tierra.

Han escuchado la voz del Padre sólo ellos, y conocido en su mandato la aprobación de la divina pasión del Hijo, sin dejar ninguna duda, ha agregado dos palabras;…”Escuchadlo a Él”…Para que consolidaran su fe ante las persecuciones, martirios, persecuciones y aflicciones…”Y los discípulos al oírla, se prosternaron rostro en tierra, poseídos de temor grande”…La voz del Padre se impone, el miedo se apodera de ellos, no quieren ya hablar, ni moverse, queda demostrada la debilidad humana ante lo sobre natural;…”Mas Jesús se aproximó a ellos, los tocó y le dijo: Levantaos: no tengáis miedo.

Y ellos alzando los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo”…Todo volvió a ser normal. Dice San Jerónimo;…”Estaban tendidos en el suelo y no podían levantarse, por esto se acerca con clemencia para que, tocándoles, se ahuyente su temor y se vigoricen sus miembros; y lo que hace con el gesto, lo dice también de palabra: No temáis”…Así conforta el Señor las almas atribuladas en el juicio de cada uno, temiendo perder la gloria ante los embates del demonio, escuchar la palabra confortante de Jesús;…”No temáis” “Venid a Mí benditos de mi Padre”…En ese momento no quiere la Gloriosa Majestad de Jesús desanimo, quiere fe y confianza en Él, cuando veamos a Cristo en la humillación de su Pasión, Crucifixión y muerte, recordemos la grandeza de su Transfiguración.. Mucho que aprender y practicar en esta vida las virtudes de la fe, esperanza y caridad,
hefelira@yahoo.com












 

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