Alíber López
Optica Política
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La Unión Internacional de Editores, la Federación Internacional de Libreros y la Federación Internacional de Asociaciones e instituciones Bibliotecarias, fueron los organizadores de los eventos respaldados tanto por el Gobierno de Bangkok como la UNESCO.
Estamos seguros que el homenaje póstumo que el lunes pasado se ofreció ayer a Gabriel Garcia Márquez, Premio Nobel de Literatura fallecido el pasado 17 de abril, en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, formó parte igualmente de las actividades finales de la capital mundial del Libro en Bangkok.
Para quienes estuvieron en el Palacio de Bellas Artes, cubierto de flores amarillas, la emotividad producida en los miles de asistentes que acudieron al homenaje que encabezaron Juan Manuel Santos y Enrique Peña NIeto, Presidentes de Colombia y México, respectivamente, debió mover las fibras más sensibles de todos los amantes de los libros, enamorados del gran escritor latinoamericano, mucho más que quienes leimos las noticias de ayer y los días posteriores al 17 de abril.
Un párrafo que ha aparecido mucho en las redes sociales en estos días, que forma parte de la creación literaria de García Márquez, dice: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla”; el texto formó parte del escenario de fondo junto con una foto gigantesca de él y al pie, el féretro con sus cenizas.
Contar la vida, entenderla y mejorarla, tiene mucho que ver con el lenguaje.
Con el bagaje lingüístico que construimos desde el inicio de nuestra vida. Con la formación del hábito de la lectura, aún desde antes de aprender a leer.
No es casualidad que los pueblos más cultos vivan mejor y tengan una sociedad más participativa. Si la cultura es la imagen de una sociedad, resulta imprescindible el conocimiento de esa imagen, para ejercer cualquier acción sobre esa misma sociedad.
Para tener alguna idea sobre la complejidad de los procesos mentales, es muy útil acudir al pensamiento de Juan Soto Ramírez, investigador de la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana), quien dice que “la mente es una metáfora y la metáfora, un símbolo.
Y un símbolo es algo que está en lugar de otra cosa”. Para Juan Soto, los procesos mentales no están en el cerebro, porque el cerebro es un conjunto de neuronas maniobrando y ello no es la mente.
La mente es algo así como el lenguaje, el conjunto de palabras que Interactúan complejamente y hacen posible la descripción de las imágenes que se nos presentan sobre la realidad.
Por eso afirmamos que alejarnos de los libros es como alejarnos de la realidad que nos envuelve, es como conformarnos con muy pocos símbolos para conocer el mundo de nuestros tiempos y el de todos los tiempos; de alguna manera también, como alejarnos de la posibilidad de ser plenamente humanos, capaces de reorganizar nuestro entorno, para bien de la humanidad.
Por eso insistimos en que los programas educativos de México, deben orientarse a buscar que desde niños nos enamoremos de la lectura, como ya lo hacen en muchos países.
No basta que diariamente leamos 10 o 20 minutos en Educación Básica o como nos recomienda la propaganda radiofónica o televisiva. Deben incorporarse una o dos horas diarias, en los programas y planes de estudio a la formación del hábito de la lectura, desde preescolar hasta la Universidad.
Rindámosle un homenaje al nativo de Aracataca, Colombia y residente de México, gran parte de su vida, leyendo o releyendo la novela “Cien Años de Soledad” traducida a 40 idiomas, escrita en nuestro país y considerada como la mas leída después del Quijote de Cervantes, por más de 50 millones de lectores en el mundo, y se mantiene en los primeros lugares en ciudades cosmopolitas como Nueva York, desde el siguiente día de su fallecimiento.
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Retornamos a nuestro ejercicio periodístico con la venia de nuestros editores.
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