Rogelio Rodríguez Mendoza

Confidencial

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Insensibilidad que ofende

martes, 21 de abril de 2015
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La actitud despótica y prepotente con que muchos servidores públicos tratan a los ciudadanos que acuden ante ellos, es algo cotidiano en la mayor parte de las dependencias públicas.
Sin embargo, hay un área donde ese trato lastima y ofende con mayor severidad a las personas que acuden a realizar o recibir un servicio: me refiero a los hospitales o clínicas del servicio público.
Cuando una persona acude a un hospital , por la razón que sea, ya porque va en busca de atención para un padecimiento o para solicitar información de un paciente, lo hace con la angustia y el temor a flor de piel.
Bajo esas circunstancias, sumarle a esa angustia el maltrato de quienes se suponen están para servir, porque por ello son servidores públicos, es verdaderamente lamentable.
De hecho, déjeme y le digo que más que las carencias de equipo, de personal médico y de medicamentos que padecen la mayor parte de los hospitales del sector público, lo que más ofende a la sociedad es la insensibilidad del personal de esas instituciones.
Y cuando decimos personal incluimos a todos.

Si usted se ha visto obligado a acudir a algún nosocomio público, como el caso del Hospital General de Ciudad Victoria, seguramente sabe de lo que le hablo.
La insensibilidad la muestran desde la empleada que programa las citas, la enfermera que anuncia turnos de atención, la trabajadora social que se supone está para orientar y ayudar, el médico a quien el paciente va a buscar, hasta el subdirector y director del hospital, que también se muestran apáticos ante las quejas ciudadanas y se dedican más a encubrir o justificar los yerros o fallas de sus subalternos que a buscar una solución al quejoso.
Desde luego que hay sus excepciones porque si existen servidores públicos comprometidos con su tarea y que muestran verdadera vocación para la actividad que realizan.

Pero lamentablemente son muy pocos los buenos y muchos los malos.
¿Pero sabe cuál es el problema de fondo? Que no ha existido el mínimo interés de las administraciones gubernamentales por generar un programa de sensibilización hacia la burocracia en general.
Los burócratas sienten o creen que nos hacen, a usted o a mí, un favor cuando acudimos ante ellos, en lo cual evidentemente están equivocados porque están ahí precisamente para servirnos.

Para eso se les paga, para servir al público.
Luego entonces, lo que hace falta, con urgencia, es que , por ejemplo, desde la Secretaría de Salud, se impulse un programa enérgico de sensibilización hacia todos aquellos que laboran en los hospitales públicos.
Un programa que, además, debe ir aparejado con un monitoreo constante del desempeño de cada uno de esos servidores públicos, para que en base al resultado del mismo se sancione con dureza a quienes insistan en maltratar al ciudadano que acude ante ellos.
Historias de maltrato ciudadano y atención negligente en los hospitales abundan con exceso.

Sin embargo, le cuento solo una: la que protagonizó como médico irresponsable, Jairo, un retinólogo del Hospital General de Ciudad Victoria.
Varios de sus pacientes buscaron al reportero éste fin de semana para expresar públicamente su indignación contra el especialista en cuestión.

Con la impotencia reflejada en su rostro, contaron como éste domingo reciente Jairo inasistió a su consultorio durante la mañana dejándolos “plantados” a todos.
No le importó que hubiera enfermos que venían de municipios cercanos y que para acudir a una cita tienen que hacer grandes sacrificios económicos.

Se limitó a pedirles, a través de su asistente, que “vénganse en la tarde”.
Pero hay algo todavía peor: en la tarde, el hombre sólo consultó a unos cuantos pacientes y al resto les mandó decir “que ya no los va a poder atender”, citándolos al día siguiente en su consultorio particular.
Así, con esa facilidad, el retinólogo “estrella” del Hospital General decide la suerte de sus pacientes.

Sería interesante preguntarle si lo mismo hace con quienes acuden a su consultorio en calidad de pacientes privados. Lo dudo mucho.
Esperemos que el Secretario de Salud, Norberto Treviño García Manzo, sea el primero interesado en atacar esa insensibilidad e irresponsabilidad en los nosocomios públicos.

Ojalá y sí. Serían miles las familias tamaulipecas que se lo agradecerían.
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com

 

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