Rogelio Rodríguez Mendoza

Confidencial

Lenguas largas

“Para tener la lengua larga hay que tener la cola corta”, dice un viejo y sabio adagio popular, que le caería como anillo al dedo a los partidos políticos mexicanos.
Resulta que la mayoría de ellos le están apostando a la denostación , al balconeo de sus pares , en un intento evidente por desprestigiarlo frente a los ojos ciudadanos, suponiendo erroneamente que es la mejor forma de ganar simpatías ciudadanas.
Se dan con todo.

El PRI dice que los del PAN construyen presas con recursos públicos, los del PAN reviran acusando a los priistas de comprarse relojes millonarios, y así, más o menos por la misma línea, se conducen el resto de los diez partidos políticos.
Durante las 24 horas la televisión y la radio nos bombardean con los spots cochinos de los partidos políticos.
En realidad todos pierden porque, unos y otros, escupen para arriba.

Nadie se salva de la quema porque todos tienen una cola muy larga que les pisen.
Frente a los ojos ciudadanos, nadie gana. Esa campaña solo está sirviendo para agravar ese desprestigio que han venido arrastrando durante décadas.
Pero el problema es que parecen no darse cuenta de ello.

No quieren o no alcanzan a entender que un camino más rápido y efectivo para ganar votos es llegarle al ciudadano con propuestas serias, realistas y convincentes.
Como le decía al inicio, alguien les vendió la idea de que “golpeando” al de enfrente pueden ganar la elección.

Pero en realidad los estafaron porque no se necesita demasiada inteligencia para entender que, como dice el refranero, “para tener la lengua larga hay que tener la cola corta”.
Lo que el sabio del pueblo quiere decir con ese adagio es que para acusar de corrupto al otro se debe estar limpio de toda culpa, y la verdad es de que tan hay transas y pillos en uno como en otro partido.
Por esa vía lo único que van a conseguir los partidos políticos es fortalecer el abstencionismo.

De por si el elector no confía en los políticos y con esta guerra de spots su desconfianza obviamente se agrandará aún más.
En vez de ese sucio bombardero mediático lo que el ciudadano quisiera es ver debatiendo a los candidatos.

Encuentros donde nos digan cuáles serán sus estrategias para , desde la Cámara de Diputados, trabajar por la solución de la problemática social.
Pero hay algo peor.

En esta “guerra” de spots también tiene culpa, y mucha, el árbitro electoral.
El Instituto Nacional Electoral ha sido incapaz de meter al orden a los partidos políticos.

Se ha mostrado timorato, débil, e incluso pareciera que hasta atiende “línea”.
Esperemos que esa fragilidad del árbitro no vaya a generar un caos en el proceso electoral.
EL RESTO.
¿Por quién vas a votar? Me preguntó ayer el menor de mis hijos, cuando en un crucero capitalino me vio rechazar el ofrecimiento de un joven para colocar en el cristal de mi camioneta una calcamonia de un candidato priista a una diputación.
“Hasta ahorita no lo sé.

Pero seguramente tendré que votar por el menos peor” le dije y, desde luego, tuvo que explicarle el porqué.
Tuve que detallarle que lo peor que podemos hacer como ciudadanos es no votar porque con ello premiamos a los menos confiables.
Si usted considera que todos los candidatos son malos, trate de elegir al menos malo.
ASI ANDAN LAS COSAS.