Rogelio Rodríguez Mendoza

Confidencial

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La inconveniencia del "ojo por ojo"

viernes, 30 de octubre de 2015
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No resulta ningún secreto el hecho de que, bajo el pretexto del combate a la delincuencia organizada, las fuerzas de seguridad pública, incluyendo al Ejército, han venido incurriendo en excesos y abusos en su tarea.
En defensa de esos atropellos, policías y soldados han recurrido al viejo y trillado argumento de que no se puede tratar con ternuritas a secuestradores, narcotraficantes y otros delincuentes de alta escuela.
Frente a los ojos de muchos y sobre todo de quienes han (hemos) padecido los estragos de esa criminalidad, el argumento resultaría entendible y aceptable.
El problema está en que, si damos por válido el pretexto de la autoridad para justificar sus tácticas y técnicas de combate delincuencial, estaríamos abriendo la puerta a la anarquía social.

Casi estaríamos avalando la justicia del “ojo por ojo, diente por diente”.
En consecuencia, no es aceptable bajo ninguna circunstancia, como dijo el miércoles en Ciudad Victoria, el Subsecretario de Derechos Humanos en el Gobierno federal, Roberto Campa Cifrián, combatir la delincuencia violando los derechos de las personas.
Es cierto.

Hay delitos que por su naturaleza y grado de brutalidad nos orillan a desear que los responsables sean sometidos a la pena de muerte en el mismo momento de su captura, pero hacerlo así sería hacer valer la ley violando la ley.
“El reto es enfrentar esa violencia respetando los derechos humanos, porque la violación a los derechos humanos no garantiza mejores condiciones de convivencia, al contrario pervierte las relaciones en la sociedad y genera más violencia” sentenció el funcionario federal.
Creo que todos, ciudadanos y autoridades debemos cumplir cada quien con su parte para lograr que seamos una sociedad donde todos o la mayoría nos sometamos al imperio de la ley.

No debemos olvidarnos de que precisamente el propósito de fondo de la norma es garantizar el orden social.
Admitir entonces que la autoridad, a través de sus manos ejecutoras como son los policías, violenten la ley bajo el pretexto del combate a la delincuencia, genera, como le decía, un grave riesgo de que muchos comencemos a imitar la llamada “Ley del Talión”.
Eso por un lado.

Por el otro tampoco es un secreto que muchos de quienes son víctimas de los excesos de las fuerzas del orden son personas inocentes que regularmente son confundidos como delincuentes.
Abundan en Tamaulipas las historias de ciudadanos que tuvieron esa mala suerte de ser confundidos.

En el menos peor de los casos lo mínimo que recibieron fue una golpiza, aunque también hay quienes terminaron en una prisión bajo cargos inventados.
Frente a esa situación, y aprovechando el impulso que recibe el tema de los derechos humanos, sería prudente apurar un programa de capacitación a todos aquellos elementos que ejercen tareas de seguridad pública.
Pero estamos hablando de una verdadera capacitación y no cursitos simples que no dejan ningún resultado y que solo sirven para justificar gastos.

EL RESTO

En el Colegio de Abogados de Ciudad Victoria, que encabeza hasta ahora Rodolfo Cumpean Izaguirre, se aprestan a renovar la dirigencia.
El problema está en que, paradojicamente, en un organismo que se supone debería ser el principal defensor del Derecho, se vislumbra una manipulación grosera para imponer a un dirigente que no reúne los requisitos establecidos en los estatutos del Colegio.
Esa sola posibilidad comienza a generar inconformidades que en cualquier momento podrían hacer crisis y dividir a los abogados ahí integrados.
Lo peor del asunto es que atrás de esa manipulación parece evidente la mano de algunos servidores públicos, entre ellos algunos Magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, a quienes les interesa que el próximo dirigente sea Juan Carlos Soto.
Malos los presagios .
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com

 

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