Rosa Elena González Hdz.

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Por sus canicas…

viernes, 5 de agosto de 2016
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Historias de la vida real, hoy los jovencitos ya no van por sus canicas, por todo lo bueno que la vida les brinda, olvidan sensaciones, pierden emociones, se les va la existencia en falsas pasiones.
Va la historia, nos tocó ver como un jovencito casi pierde la vida al caer en una alcantarilla abierta en el Boulevard Hombres Ilustres de la capital tamaulipeca, culpa de las autoridades por no atender desperfectos si, también somos culpables los ciudadanos por no reportarlos y, claro, que el joven igual es responsable.
¿Por qué el joven?, pues porque le vimos cruzar la calle como autómata, jamás volteó a mirar si el semáforo cambió de color, libró una embestida de coches pero ya en el camellón, sin percatarse del peligro, llevaba toda su atención puesta en su dispositivo móvil, lo tenía a centímetros de sus ojos lo que le impidió ver y cayó en la alcantarilla, afortunadamente sólo fue una pierna la que quedó en el agujero, el muchacho pudo sostenerse de la orilla y transeúntes le ayudaron, no pasó a mayores unas cortadas, golpes y el susto, pero la historia pudo ser de muerte.
Al ver la situación llegó la reflexión de cómo han cambiado los tiempos, los niños hoy tienen otras diversiones y visiones, caminan por la vida muy aprisa pero sin mirar lo que está a su alrededor, muchos, casi casi, van como autómatas, presos en cárceles virtuales.
Por supuesto que los adultos somos los culpables de que hoy los niños y jóvenes pasen la vida sin vivirla, dándole importancia a cosas inexistentes.
Enajenados, como autómatas pegados a los dispositivos móviles no perciben la belleza de la vida ni el riesgo que corren.
Hoy muchos jovencitos andan más preocupados por ser nivel 20 en la Pokemania, van más interesados en encontrar un Pokémon que en manejar con cuidado, respetar las señales de tránsito, no miden el peligro, no se dan cuenta que una distracción puede ser fatal y después de un accidente ya nada es igual.
Pero no es sólo eso, igual la búsqueda les puede llevar a lugares inhóspitos, desconocidos, donde no saben que encontraran ni los peligros que les pueden acechar, se juega que sea con responsabilidad cuidando siempre de su seguridad.
Los niños ya ni siquiera están pegados al televisor, que ese se miraba a distancia y podías percibir aunque fuera poco lo que sucedía a su alrededor, ahora están en el dispositivo móvil a centímetros de sus ojos, cegando todos los sentidos.
Antes, incluso, los niños o jovencitos que enviaban sus madres a la tiendita o por las tortillas, no pasaba de que se tardaran más de la cuenta pues antes acudían al centro de reunión de los amigos, que no era otra cosa que el patio de una casa vecina o la esquina de la cuadra, para ir por la revancha, por las canicas perdidas la tarde anterior.
Luego aparecieron las maquinitas de los videojuegos y los jovencitos no sólo tardaban más con la encomienda que les encargaban sus padres o al regreso de la escuela, sino que se gastaban hasta lo de las tortillas haciéndose acreedores a una reprimenda, ellos prometían no volver hacerlo pero al día siguiente lo olvidaban, la emoción les ganaba aunque supieran lo que en casa les esperaba pero no pasaba de ahí, los niños y jovencitos estaban más alertas a su alrededor, vivían los tiempos y los espacios, disfrutaban hasta salir a bañarse bajo la lluvia con sus vecinos.
Ahora todo eso quedó en el olvido, puede caer una lluvia copiosa y no se ven niños disfrutándola, están sentados en algunos espacios, inmersos en un juego de video.
Lo peor del caso es que los padres de familia preferimos que nuestros hijos estén encerrados, que no disfruten de la naturaleza, de la riqueza de la vida por miedo a la inseguridad, les limitamos.
Lo increíble de todo es que luego vemos niños o jovencitos con el sol a plomo dirigiéndose a lugares desconocidos, hasta inhóspitos, sin medir los riesgos buscando pokemons, eso es lo que no se entiende, no somos capaces de invitar a nuestros hijos a que disfruten de la naturaleza o un hermoso día por temor pero si les dejamos salir sin saber a dónde van, como autómatas buscando una mascota virtual.
No es que se quiera que los niños y jóvenes no conozcan los adelantos tecnológicos, que dicho sea de paso es ya hasta obligatorio manejarlos a la perfección en este mundo globalizado, se tiene que tener conocimiento de todo pero con responsabilidad.
Tampoco se quiere que se regrese al pasado, lo que se necesita es que se viva el presente, que les enseñemos a los pequeños a valorar las cosas, a darse cuenta que antes que cualquier juego está la integridad física y emocional de ellos y sus padres.
Por supuesto que los tiempos de los juegos de trompo, rayuela, yoyo pasaron, que los niños ya no van por las tortillas ni por sus canicas, las maquinitas de las tiendas ya no existen, pero lo de hoy se debe disfrutar con responsabilidad privilegiando la integridad.

 

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