Jorge Alberto Pérez González

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Las 50 sombras de Kalusha

lunes, 1 de junio de 2015
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El tiempo pasa volando y los perros andan desbocados, sobre todo la perra que está pasando por esos días difíciles, en que el humor le cambia constantemente, en que nada parece agradarle y menos las reuniones con los de su misma especie, por ellos prefiere esconderse, lamer sus heridas que suelen sangrar y refugiarse en tratamientos especiales.
Ella anda ganosa, recordemos que el macho se le fue, la dejó a la deriva y no ha encontrado consuelo desde su partida, vamos ni el cachorro la pone de buen humor.

(Tal vez porque no es de su misma raza).
A veces la veo muy pensativa, ¿pensará tal vez en cambiar de domicilio? No lo sé, pero si se le nota preocupada, voltea muy seguido a la verja, inspecciona que hay detrás y destruye el periódico una y otra vez, impidiendo según ella que a la casa lleguen las noticias.
Voy a tener que informarle que ahora la manera mas fácil de informarse es por medio del teléfono inteligente, el cual sabiéndolo usar puede lograr maravillas, como por ejemplo saber con antelación de la inminente llegada de una tormenta.
Esta aplicación le resultaría fabulosa, pues el miedo que le tiene la perra a los rayos y centellas, en nada se compara al que sufre cuando el cielo truena.

Y esto debe de ser motivado por su conciencia, como la traerá que cuando las paredes se estremecen, ella comienza a temblar, esconde su cola entre las piernas y busca un lugar oscuro y se tapa los ojos.
Se ha vuelto muy socarrona últimamente, no escucha ni el llamado a comer, llegue a pensar que estaba enferma, pero no, en una revisión de rutina y apoyado con un "cotonete", le retiré de sus dos orejas una cantidad enorme de cerumen, pero a pesar de ello, ella sigue sin escuchar consejo alguno.
Ahora le ha dado por repartir croquetas con los perros del vecindario, las toma sin ensuciarse y las deposita justo donde el vecino la alcanza pero sin enseñarle los dientes, pues sus colmillos intimidan a cualquiera.

Los tiene grandes y largos, pero no retorcidos como los de su ex pareja, El Kalusha.
Ya se le pasará, según me dice el veterinario, este tipo de conductas son naturales en las perras que se sienten abandonadas, pues la pérdida temporal del macho Alfa, ocasiona trastornos hormonales que pueden en determinado momento rayar en la locura.

Recordemos que en antropología se usa ese término, "Macho Alfa", para designar al animal de la manada que ocupa la posición de líder y que es respetado y obedecido por el resto del grupo.

No sé qué le haría antes el animal, pero por simple asociación de ideas, me viene a la mente la novela Las 50 sombras de Gray, creo firmemente, cuando veo a la perra sentarse donde su macho se sentaba antes, cuando recorre al estilo de su perro los pasillos y cuando pone cara de perrita inocente mientras las vecinas le ladran, que lo extraña y mucho.

Tendré que darme tiempo para platicar con ella, tal vez aunque no me escuche, ella esté dispuesta a compartir conmigo todas sus experiencias y quien quita y logre escribir un libro, de esos que impactan a la sociedad, que se venden como pan caliente y que muestre sin rubor las necesidades especificas de la perra.

Lástima que ya no esté mi perro, el si me platicaba todo, yo nunca, por prudencia le pregunté por sus relaciones, pero tal vez ella, soltándose del hocico, me permita escribir, sin ladridos, LAS 50 SOMBRAS DEL KALUSHA.

 

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