Rosario Green

De Marrakech al DF

Regresar al DF después de 10 días en el exterior, algunos en Marrakech, Marruecos, para la reunión anual del Foro de Ministros de Aspen, que congregó a 26 ex cancilleres que coincidimos en el tiempo, me planteó un reto.

Ahí —del 7 al 10 de marzo— discutimos los dos retos que deberá enfrentar la región del Medio Oriente y el Norte de África: la presencia de Al-Qaeda en el Maghreb islámico y la situación de Irán.

Primero Siria y el desencuentro entre Estados Unidos y Rusia en torno al presidente Assad.

Siria, a principios de 2013, no podía estar peor: muertos, heridos, desplazados internos, refugiados, un desastre humanitario. El gobierno, apoyado por terceros, vuelto contra su pueblo y la oposición finalmente armada con sustento internacional, enfrentados en una terrible guerra civil.

Un acuerdo negociado parece casi imposible. Sin embargo, Siria pudiera ser la última frontera. Si no se resuelve, muy probablemente los países árabes, con el apoyo de Irán, buscarán cambiar las circunstancias en el Medio Oriente de manera violenta.

Y en este marco hay un hecho preocupante: Israel cuenta con armas nucleares.

Urge alentar a los gobiernos de Putin y Obama a convertirse en protagonistas de un acuerdo negociado entre Assad y la oposición.

Será complicado, habrá que buscar incentivos para unos y otros, pero es un paso que debe darse si lo que importa es la paz en Medio Oriente y la solución de otros problemas, como el palestino, por la vía del diálogo.

Sobre Irán, nos centramos en su política nuclear.

Ante la propuesta de Obama de pláticas directas la respuesta ha sido no. Rusia y China no parecen compartir la necesidad de alentar ese proceso. Teherán no está dispuesto a mover un dedo antes de las elecciones presidenciales de junio.

La visita programada de Obama a Israel permitirá insistir en que Irán no se convierta en una potencia nuclear, preferiblemente por persuasión, a partir de una negociación diplomática que, sin embargo, no descarta la posibilidad del uso o amenaza de la fuerza.

Será importante que Netanyahu consienta la creación del espacio que Obama necesita para ir construyendo ese difícil diálogo con Irán.

La política nuclear iraní es peligrosa.

Esto ha llevado a importantes actores internacionales a tratar de negociar sus límites. Se han utilizado, sin resultado, sanciones de todo tipo para obligar a Teherán a un compromiso.

Sin embargo, si de lo que verdaderamente se trata es de evitar una confrontación nuclear en esa zona, el sentido común, que no es político, llevaría a recomendar la desnuclearización total del Medio Oriente.

Con ese telón de fondo leo en los diarios mexicanos buenas noticias.

Había visto en televisión al presidente Peña en el funeral de Hugo Chávez, presencia congruente e inteligente. Leí la entrevista del canciller sobre nuestro interés en los temas latinoamericanos, clara y contundente.

Vi la feliz noticia de que según el último Informe Sobre Desarrollo Humano del PNUD, México es uno de los países que mejor crecimiento en el nivel de vida de sus habitantes ha tenido (1990 comparado 2012).

Lo que no nos absuelve de las deficiencias que aún subsisten.

Por ello no pude con las duras declaraciones de Louise Arbour, presidenta de International Crisis Group: “México se ha convertido en un laboratorio mundial con enormes implicaciones para la paz global, pues si el gobierno mexicano es incapaz de superar la violencia, menos podrán los Estados débiles de Centroamérica, África Occidental, el Sahel y Afganistán, donde comienzan a registrarse fenómenos similares”.

Inaceptable, México no es un país en guerra, tiene problemas de crimen organizado, pero el gobierno está decidido a emprender un doble esfuerzo: en casa, la prevención e, internacionalmente, la cooperación efectiva con Estados Unidos y Centroamérica.